sábado, 25 de julio de 2020

Carmen Martín Gaite

Defiendo la alegría,
la precaria, amenazada,
difícil alegría,
al raso, limpia, en cueros,
mi ración de alegría.
No me arrastréis al pozo
de las verdes culebras.
No os arrojo a la cara mi alegría,
os la tiendo tan sólo
como una débil luz, como una mano.
No es ningún baluarte
ni ningún ofensivo privilegio,
es mi único utensilio cotidiano,
mi tela de labor.
No tengo otra bandera
y ostenta unos colores ya un poco desteñidos;
mirad que la levanto a duras penas,
contra viento y marea,
sin sombra alguna de provocación.
Es parcela pequeña, minifundio,
terreno sin cercados ni aparceros
que aro, riego y abono por mí misma,
con fe, de sol a sol.
Tomad el pobre o rico,
el cuestionable fruto
que desde ella os ofrezco,
pues sólo desde aquí
os consigo mirar, ayudar, entender,
poner tal vez en claro alguna cosa.
No me la reprochéis ni adobéis de negrura
como un reducto inmundo, segregado;
ved que no la defienden ni pinchos ni alambradas
y que podéis pasar aquí conmigo al sol.
No me arrastréis al pozo de las verdes culebras".
"Mi ración de alegría", Carmen Martín Gaite


En recuerdo de los niños

Al igual que todas las guerras, la Segunda Guerra Mundial fue una masacre sin sentido. Entre 50 y 85 millones de personas perdieron la vida en este terrible y despiadado episodio que tristemente se convirtió en el conflicto más mortal de la historia de la humanidad.

En 1942 un grupo de 82 niños, 42 niñas y 40 niños, fueron vilmente, cruelmente asesinados, a sangre fría, por los nazis en Chelmno.
Esta ciudad polaca albergó el trágico título de tener el primer campo de exterminio alemán creado con el cruel fin de llevar una limpieza étnica a través de los asesinatos en masa.
Este grupo de niños procedían de la aldea de Lidice, localizada en la actual República Checa, donde el 10 de junio como represalia por el asesinato del oficial nazi Reinhard Heydrich, Protectorado de Bohemia y Moravia, los alemanes destruyeron la aldea, asesinaron a los hombres  y llevaron y separaron a mujeres y niños a los diferentes campos de concentración con el fin único de acabar con su vida, de asesinarlos.
El verano de 1942 fue para la población de Lidice su último verano, y ante este hecho terrible la profesora y escultora Marie Uchytilová decidió años después -en 1969-, profundamente conmovida por el hecho, crear este monumento de bronce para homenajear a aquellos niños y que nunca más se volviera a repetir algo tan profundamente abyecto, tan terrible e inhumano. Puro horror.
Dos décadas le llevó a Marie reproducir a los 82 niños a tamaño real en yeso. Miles de personas visitaron su taller en ese tiempo, pero por desgracia la escultora fallecía en otoño de 1989 de manera repentina, habiendo reproducido en bronce tan solo 3 de las siluetas que habían sido costeadas de su propio bolsillo.
Fue su esposo, J.V. Hampl, el encargado de terminar la obra que a día de hoy nos recuerda lo tremendas que son las guerras y que debemos luchar porque algo así, ni siquiera parecido, vuelva a tener lugar.






lunes, 6 de julio de 2020

Fayad Jamís

Abrí la verja de hierro,
Sentí como chirriaba, tropece en algún tronco
y miré una ventana encendida, pero la madrugada
devoraba las hojas y tú no estabas allí d...iciéndome
que el mundo está roto y oxidado. Entré,
subí en silencio las escaleras, abrí otra puerta,
me quité el saco, me senté, me dije estoy sudando,
comencé a golpear mi pobre máquina de hablar,
de roncar y de morir (tú dormías, tú duermes, tú
no sabes cuánto te amo), me quité la corbata y la camisa,
me puse el alma nueva que me hiciste esta tarde,
seguí tecleando y maldiciendo, amándote
y mordiéndome
los puños. Y de pronto llegaron hasta mí
otras voces:
iban cantando cosas imposibles y bellas, iban
encendiendo
la mañana, recordaban besos que se pudrieron
en el río,
labios que destruyó la ausencia. Y yo no quise decir nada
más: no quiero hablar, acaso en el chirrido
de la verja rompí cruelmente el aire de tu sueño.
Qué importa entrar o salir o desnacer.
Me quito los zapatos
y los lanzo ciego, amorosamente, contra el mundo.


Fayad Jamís

 

Saint Etienne Le Vieux

Saint Etienne Le Vieux es una antigua iglesia gótica de Caen (Francia). Tras los bombardeos de la ciudad durante la II GM, quedó parcialmente en ruinas y hoy es un espacio lleno de magia.
Esta parece una foto trucada, pero es Saint Etenne y es hermosa.