domingo, 21 de agosto de 2011

Klaus Nomi




Fue un personaje extravagante, desde pequeño interesado en la ópera mezclándola con el rock y la música pop. Buscó triunfar en Nueva York y fue consiguiéndolo con mucho esfuerzo. Le gustaba, al modo del cabaret, mezclar géneros y crearse un personaje: una especie de marciano llegado a la Tierra con su voz de contratenor, de ahí los movimientos de muñeco articulado o robot que utiliza. Tuvo un éxito creciente, David Bowie se fijó en él. Homosexual declarado, contrajo el sida cuando estaba escalando fama y popularidad, sobre todo entre gente joven. El final fue terrible, con el cuerpo deformado por el sarcoma de Kaposi y el herpes. Es conmovedor saber que en su última noche, junto a su compañero, aún le decía que podría actuar detrás de un biombo, como el fantasma de la ópera. Actuar y cantar era su vida. Murió unas horas después.


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