miércoles, 1 de mayo de 2019

Son las 8 de una tarde jugosa a finales de un mes precioso que se marcha hasta el año que viene.
Los abriles son así, vienen, llenan todo esto de colores, aroma a musgo, fragancia a lluvia... y se van.
Abril se va, pero más vacío, porque se entrega al completo en hojas y brotes para vestir lo que el invierno desnudó con tanta pasión y elegancia. Se deja la piel en el bosque, en sus árboles, en cada flor que se abre, en el cielo derramándose, en los pétalos, en el polen, en los frutos exquisitos de su cosecha. Y nos hace sonreír. Hermoso como canta este mes en boca de los pajaritos.
Y mientras elevo a Abril al paraíso de los meses me dejo caer en el sillón imaginando el beso de Mayo a las 12 de la noche. Ya casi se asoma al balcón.
Y me pregunto... ¿Cómo no enamorarse en esa hora bruja?



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