Si un día juntásemos todas las camas del mundo,
pero no sólo las de un pueblo, ni las de un país, sino todas,
todas las camas que hay en el mundo,
se montaría enseguida una gran guerra de almohadones:
la primera Guerra Mundial de Almohadones.
Lo bueno de las guerras de almohadones es que no hacen daño a nadie,
siempre que sean almohadones sin cremallera.
Y cuando se nos pasaran las ganas de jugar, cuando nos cansáramos,
podríamos ver que estamos rodeados de camas:
millones y millones de camas por todos los lados.
Entonces podríamos mirar, darnos cuenta
de que hay camas tan gordas como siete veces yo
y otras tan delgadas como un cartón.
Unas altas, altas como las de los antiguos cuentos
y otras bajas como debajo de un puente.
Las hay blandas como los brazos de una madre
y las hay que son duras como el suelo de tu calle.
Hay camas tan grandes en las que uno se pierde.
Y otras muy pequeñas en las que intentan dormir siete.
Algunas son calientes como la del abuelo.
Algunas son frías como las de un hospital.
Pero lo mejor, lo mejor de juntar todas las camas del mundo
sería que esa noche toda la gente del mundo podría dormir sobre una cama,
y descansar,
y soñar.
Soñar quizá con qué pasaría si un día juntáramos todas las cacerolas del mundo.
Autor Félix Albo. Editado en Palabras de Candil con álbum ilustrado por Marta Lanzón,
Autor Félix Albo. Editado en Palabras de Candil con álbum ilustrado por Marta Lanzón,
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ResponderEliminarGracias.
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