Antes de darme cuenta de que Dios me tenía reservado otro destino,
de jovencito creo que fueron mis hermanos los que me enseñaron a bailar el
twist. Era de lo más fácil, ponías fija la punta del pie y girabas los talones
a un lado y otro mientras intentabas seguir el ritmo con los brazos y las
caderas. Visto ahora, resulta un poco ridículo, a mi juicio. En fin, incluso
entonces me veía torpe y ridículo yo mismo cuando bailaba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario