Por mi propia naturaleza tiendo al optimismo. Pero es complicado ser optimista en una situación que va a ser para muchas personas trágica a nivel personal por la perdida de seres queridos, y trágica a nivel económica, cuando esto pase para muchas familias. Es difícil verle algún lado bueno a este prisma, qué lo gires como lo gires, todas sus caras muestran algún tipo de tragedia personal, pero si lo tiene, yo lo encontraría en que esta situación nos está dando un b...año de realidad que era muy necesario en nuestra sociedad, quién más y quién menos se está empezando a dar cuenta que la vida qué vivíamos, porque ya hay que hablar en pasado, tenía mucho de fantasía, de andar cada uno pendiente de sus propias tonterías y creernos invulnerables, inmortales.
Bien está de que nos empecemos a dar cuenta todos que esto es una guerra, y cómo en todos los tiempos de guerra que han tenido que afrontar nuestros antepasados a lo largo de incontables siglos, el consejo solamente es uno. La cabeza muy fría y el corazón caliente, la cabeza de fría porque no es tiempo, ni de miedo, ni de pánico, ni de irracionalidad, ni de histerismo, ni de irá, es tiempo sencillamente de hacer lo mejor para nosotros mismos, para los nuestros, y para nuestra comunidad, sin quejas, sin lamentos, sin aspavientos y tiramos para adelante. Y el corazón caliente, porque el amor, la fraternidad, el compañerismo, la amistad, son las cosas, que no solamente nos van a calentar el corazón, si no que nos van a mantener cuerdos, y sobretodo sensatos.
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