Tenía como 16 años cuando vi esta película enloquecida de Ken
Russell sobre la figura de Tchaivoski. Me quedé muy impresionado a mis tiernos
años por este descubrimiento de su homosexualidad al compás de la sinfonía
patética. La película es exagerada y con unos movimientos de cámara propios de
la época, pero nunca me quité de la cabeza lo terrible que podía sonar esta
sinfonía cada vez que la he escuchado, sobre todo en esta escena.
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