No a conocer la vida, sino a amarla,
viniste al mundo; del amor naciste;
si es bella y es mujer, ¿quién a gozarla,
varón, mozo y poeta, se resiste?
Goza, como los niños y las aves,
del blando seno y el caliente nido;
no te apures jamás porque no sabes
de donde vienes y por qué has venido.
Amor lo es todo, conocer no es nada:
¿quién la razón de
Deléitate en los brazos de tu amada
sin descender al fondo de tu goce.
Huye del triste, apártate del sabio,
de aquel que estruja la razón y el seso;
no se hizo la miel para su labio
ni su labio se hizo para el beso.
Nunca la duda el corazón te enfríe;
marchita su ilusión quien la razona;
no escudriñes el bien; goza y sonríe;
no te asombres del mal; ama y perdona.
No esquives los suavísimos regazos
del amor y la fe: ponte de hinojos,
que aquí esta la verdad; tiende tus brazos,
abre tu corazón, cierra los ojos.
Huye de este mortal desasosiego
que interroga a las sombras del Destino,
la vida es ciega y al amor es ciego,
pero nunca equivocan el camino.
Ámalo todo, bebe de las rosas,
como la abeja, el zumo y la dulzura,
entrégate a la gracia de las cosas;
la vida, como el arte, es la ternura.
No deslustres su cándido atavío,
ni levantes la punta de su velo;
¿que logras con pensar que esta vacío,
que no es cielo ni azul tu hermoso cielo?
Renueva el corazón a cada hora
y aprende a renacer cada mañana,
como el paisaje al despuntar la aurora,
como el sol que amanece en tu ventana.
Sé artista, sé poeta, sé el espejo
del ancho mundo; aunque después te roben
los años su esplendor, no serás viejo:
la poesía es el arte de ser joven.
No te atraigan las sombras del abismo.
¿Qué importa adonde vas, de donde vienes?
No busques nada fuera de ti mismo:
todo en tu propio corazón lo tienes.
Ricardo León (1877-1943)
No hay comentarios:
Publicar un comentario