La vi paseando por la orilla y me llamaron la atención sus grandes ojos
negros y los hoyuelos que dibujaban su sonrisa. Pero cuando se giró y vi su
espalda y la curva de su cintura no tuve más opción que seguirla.
Llegó al final de la playa y se lanzo al agua. Según iba adentrándose sus pierna se cubrieron de escamas y sus pies se convirtieron en una gran cola de pez. Mientras se alejaba en el horizonte volvió a mirarme y me sonrió, perdiéndose con las olas.
Decidí hacerme marinero y sigo buscándola por los océanos…
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