Si los juicios por brujería carecían de sentido y racionalidad, el de Sir Robert Logan of Restalrig fue el más surrealista. Normalmente, las torturas y humillaciones se sufrían en vida, Logan las sufrió después de su muerte, con sus huesos llevados delante del juez.
En 1609, nuestro amigo James VI (que veía enemigos por todas partes) llevó a Robert Logan a juicio. Traición. Al parecer, Logan había estado involucrado en un intento de complot contra el rey, en 1600. Lo que se llamó “La conspiración de Gowrie”. Así lo confesó en 1608, George Sprot durante los juicios posteriores. Sprot reconoció haberse enviado cartas con Robert Logan para que la conspiración llegase a buen puerto. Fue colgado en Mercat Cross el 12 de Agosto de 1608. El juicio siguió.
Después de que Sprot delatase a Logan, éste fue llamado a acudir delante del tribunal por el mismísimo rey, ya en 1609. El problema era que Logan había muerto en 1606, o sea, tres años antes. En realidad, no fue un problema. James VI hizo que la familia desenterrara a Logan del cementerio de la South Leith Parish Church y lo que quedase de su cuerpo fuera llevado a juicio. Así se hizo. Se esparcieron los huesos en el tribunal. A falta de poderse defender, Logan (o los huesos que quedaban de él) fue declarado culpable.
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