viernes, 17 de enero de 2014

Jaime Gil de Biedma

No es un poema agradable pero encierra una gran verdad, una cruda verdad que empezamos a atisbar los que nos hacemos mayores. Está el recuerdo del camino realizado, eso también, los momentos que nos calentaron el corazón, las personas que nos fueron inolvidables, las que aún permanecen a nuestro lado, la ilusión que tuvimos, los sueños que llegamos a realizar, pero al final queda este poema de Jaime Gil de Biedma.

Que la vida iba en serio
 uno lo empieza a comprender más tarde
 -como todos los jóvenes, yo vine
 a llevarme la vida por delante.

Dejar huella quería
 y marcharme entre aplausos
 -envejecer, morir, eran tan sólo
 las dimensiones del teatro.

Pero ha pasado el tiempo
 y la verdad desagradable asoma:
 envejecer, morir,
 es el único argumento de la obra.






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