Simplemente abandonado, un estorbo dejado atrás en la cacería. Mucho más importante para su dueño fue cobrar la presa que auxiliar a un fiel compañero tras un accidente de caza. Una presa que no se busca precisamente por necesidad de comer, en un ecosistema desnaturalizado y con sus eslabones más importantes perdidos.
Conozco la naturaleza, llevo en ella toda mi vida, desde muy niño. Podría decir muchas cosas sobre la caza, argumentar y debatir, pero es tiempo perdido, a cada argumento hay una réplica, a cada opinión hay otra enfrentada. Por ello, os dejo lo que sentí cuando encontré a este perro, abatido, agotado, sin energía ni para incorporarse. Apenas movía los ojos y respiraba débilmente. “Vendrán luego a recogerlo”, me dicen. Pero mientras, veo unos ojos que han sido defraudados.
No fue un compañero de caza, porque a un compañero no se le deja así tirado. La realidad es que los animales son utilizados, tratados muchas veces como meros objetos a nuestro capricho. En muchos casos, no se les da una vida digna y, en otros muchos, no se les da una muerte digna. Pero seguimos necesitándolos y utilizándolos.
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