viernes, 1 de mayo de 2015

Gluck

El aria más conocida de una ópera (Orfeo y Eurídice) con la que Gluck dinamitó lo que entonces se hacía en Francia en una conjunción entre el canto y el teatro que facilitaría la obra de Mozart y de los románticos posteriores.
He perdido a mi Eurídice,
nada iguala mi desgracia;
¡Cruel destino! ¡Qué fatal severidad!
Nada iguala mi desgracia;
¡No puedo soportar mi dolor!
Eurídice, Eurídice
responde, ¡qué suplicio!
¡Respóndeme!
Soy tu fiel esposo;
escuchas mi voz que te llama.

No hay comentarios:

Publicar un comentario