POR UN RECUERDO DIGNO
DE LA NIEVE
Ahora que la nieve
reposa en la piel
dormida de la tierra,
y la mañana se
despierta
con pereza blanca
agrisada de solitud;
ahora que el mar
juega sobre la playa
y todo cuerpo retorna
al agua
el hielo de su sueño,
es tiempo de alzar los
ojos
y gozar leyendo
el anuncio que viene el
viento del Norte:
demasiada gente aterida
en el frío de los
nombres abandonados.
Y el canto se convierte
en plegaria
que nace y se escampa
encima las matriculas
de los últimos
vehículos,
bajo los arboles de
Navidad
que regalan luz
al desierto de la
ciudad.
No importa tanto
aquello que buscamos,
con el paso de la
búsqueda.
No importa tanto
aquello que escribimos,
como elegir una letra
en la palabra del
mundo.
Y aprender a crear
manos y puertas y casas
encendidas
todas las noches de
la Noche
para ganar la dignidad
de recordarnos humanos,
ahora que invierno
libra su corazón de
nieve a la tierra.
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