jueves, 17 de septiembre de 2015

Johann Sebastian Bach

Cuando tenía quince años, Johann Sebastian Bach hizo una espectacular caminata, de trescientos kilómetros, con su amigo, otro estudiante de música, Georg Erdmann.
La ruta fue de Eisenach a Luneburgo, por los bosques de Turingia, que hoy están situados en el centro de Alemania.
La caminata, además de su exagerada longitud, tenía un componente psicológico que honra todavía más a los dos colegas: se hacía por una zona que desde los tiempos de Martín Lutero estaba sembrada de fantasmas, de apariciones, de espantos que ponía ahí el diablo.
Este terror psicológico puede parecer hoy una tontería pero en el año 1700 el diablo en Turingia, en plena Sajonia, era una criatura real a la que se espantaba, según recomendaba Lutero, cantando a todo pulmón, así que Johann Sebastian y Georg se fueron cantando los trescientos kilómetros que había hasta Luneburgo.
El director de orquesta inglés John Eliot Gardiner cuenta, en su hermoso libro La música en el castillo del cielo (Acantilado, 2015) que Lutero sostenía que “sin música el hombre es poco más que una piedra; pero, con música, puede ahuyentar al diablo”.



No hay comentarios:

Publicar un comentario