sábado, 19 de noviembre de 2016

LA VASIJA ROTA

Hace mucho tiempo, en la antigua India, un aguador tenía dos enormes vasijas que colgaban cada una de un extremo de un palo. Él cargaba sus vasijas equilibrando el palo con los hombros y cuello.
Una de las vasijas tenía una rajadura y llegaba con sólo la mitad de agua. La otra estaba en perfectas condiciones y es la que siempre llegaba con la carga completa a la casa del patrón, a pesar de la larga caminata desde el río.
Durante dos años el aguador entregaba diariamente carga y media de agua en su destino.
Por supuesto la Vasija Perfecta estaba muy orgullosa de sus logros. Estaba cumpliendo el propósito para el que había sido creada.
Pero la pobre Vasija Rota estaba avergonzada de su imperfección y sufría mucho porque sólo podía con la mitad de su razón de vida. Durante esos dos años sintió su existencia como un total fracaso.
Un día, mientras el aguador la llenaba, Vasija Rota dijo:
—Estoy avergonzada de mi y quiero pedirte perdón.
El aguador la miró.
—¿Por qué te sientes avergonzada?—, preguntó él.
—Todo este tiempo sólo he sido capaz de entregar la mitad de mi carga por la ruptura que está en mi costado. El agua se tira por todo el camino hasta la casa del patrón. Debido a esta falla, te hago trabajar más y nadie valora tus esfuerzos extras.
El aguador sintió su corazón lleno de compasión por Vasija Rota y dijo:
—Ahora que vayamos de regreso a casa, quiero que pongas atención a las flores que hay en el camino.
Vasija Rota miró con atención todo el trayecto y miró cómo el sol calentaba suavemente las hermosas flores salvajes que crecían a lado del camino. Se sintió alegre por un instante.
Al llegar, ella se sentía muy triste porque de nuevo había tirado la mitad de su carga. De nuevo pidió perdón por su fracaso.
El aguador dijo:
—¿Notaste que las flores en el camino crecieron sólo en tu lado, pero no en el de Vasija Perfecta? Eso es debido a que siempre he sabido de tu rajadura, pero la aproveché y planté semillas de flores por tu lado de la senda. Así cada vez que caminamos de regreso del río, has estado regando las semillas. Gracias a ti, he podido decorar la mesa con hermosas flores. Si tú no fueras como eres, no habríamos tenido esa alegría y belleza en casa.


"NUNCA ESTAMOS TAN INDEFENSOS CONTRA EL SUFRIMIENTO COMO CUANDO AMAMOS"

La fórmula del agua es H2O. Pero si tienes sed y te dan una mezcla de hidrógeno y de oxígeno a través de un respirador, tu sed no se saciará, pues los dos por separado no forman agua y, por lo tanto, jamás podrán saciar tu sed. Ambos gases deben combinarse para formar agua.

El problema para que dos átomos, hombre y mujer, se combinen para formar una molécula llamada amor, es que, a diferencia del agua, esta combinación de deseos, emociones, sentimientos, pensamientos y patrones mentales aprendidos es no sólo más inestable de lo que parece a simple vista, sino que, por encima de todo, el amor nos hace más vulnerables. Dice Sigmund Freud que “nunca estamos tan indefensos contra el sufrimiento como cuando amamos”.

Una relación profunda requiere algo más que la mutua utilización en un encuentro sin compromiso. El fuego hay que alimentarlo, avivarlo, cuidarlo, retirar las cenizas y no dejar que se apague. De ahí que las ahora llamadas “relaciones libres” no sean más que un ensayo de “uniones sin riesgo” de compromiso ni sufrimiento. Pero el amor que no nos vuelve más vulnerables no es amor. 



viernes, 18 de noviembre de 2016

El 19 de noviembre de 1939 el carguero ingles Stanbrook navega por el Mar del Norte cuando es torpedeado por un submarino alemán y se hunde rápidamente sepultando en las frías aguas a su capitán y 21 tripulantes. Es un pequeño navío de 1.382 toneladas brutas con una eslora de 70,1 metros y una manga de 16,45 metros, velocidad de unos 11 nudos y alojamiento para una tripulación máxima de 24 personas. No parece gran cosa. Pero lo es.
El Stanbrook era uno de los navíos que mantenían trato comercial con el Gobierno de la República durante la guerra civil española. A su mando está el capitán Archibald Dickson, un galés de 47 años, afable y de pocas palabras.
El 17 de marzo de 1939 el Stanbrook deja Marsella rumbo Alicante para cargar tabaco, naranjas y azafrán. El Stanbrook entra en Alicante el 19 de marzo burlando el bloqueo al que es sometido el puerto por la Armada italiana y la aviación alemana. La mayoría de cargueros hace tiempo que ha desistido llegar a puerto, el Stanbrook no, y echa el ancla.
Tras unos días fondeado en la incertidumbre, Dickson recibe la orden de olvidarse del cargamento y salir a toda máquina. No hace caso. Las tropas fascistas avanzan hacia Alicante, último reducto republicano convertido en una ratonera. Es 27 de marzo y el puerto de Alicante empieza a llenarse de refugiados que esperan encontrar algo que los mantenga a flote y los saque de allí.
Dickson se olvida del cargamento y procede a embarcar refugiados, primero de manera ordenada y al poco en desbandada ante los rumores de inminentes bombardeos. 'Unos brazos vigorosos me levantaron. Vi una cara sonriente, una gorra de marino y me dio un beso en la mejilla. No dijo una sola palabra, pero ese abrazo, esa mirada, prometían algo bueno... era él, Dickson, y ya no había peligro', recuerda Helia González, entonces una niña de cuatro años.
El Stanbrook sale de puerto con 2.638 refugiados a bordo. Poco después las bombas caen sobre Alicante mientas el barco navega escorándose peligrosamente debido a un pasaje excesivo.
Veinte horas más tarde, viajando de pie porque no hay espacio para tumbarse, arriban a Orán. Las autoridades francesas, tan generosas ellas, no dan permiso para desembarcar. Un par de días después, Dickson negocia el desembarco de mujeres y niños. Un mes más tarde, siempre con la decidida intervención de Dickson, lo harán los hombres para ir a campos de concentración en Argelia.
Una vez realizada su misión, que sólo le impuso su conciencia, el capitán Archibald Dickson volvía a navegar. No por mucho tiempo. Cuando los republicanos españoles encerrados en los campos de concentración argelinos reciben la noticia del hundimiento del Stanbrook, guardan un minuto de un silencio que ni siquiera el desierto había conocido antes.
El silencio también cubrió durante mucho tiempo la figura de Archibald Dickson. Hasta que en marzo de 2009 el oleaje vuelve a traer su recuerdo al puerto de Alicante.
Gracias a los esfuerzos de la Comisión Cívica de Alicante se rindió un acto de homenaje al capitán Dickson con la presencia de sus dos hijos, Arnold y Dorothea, que recibieron los abrazos emocionados de un millar de personas, pasajeras supervivientes y sus descendientes, que aún guardan el recuerdo de Archibald Dickson como el más preciado tesoro, esos que reposan en el fondo del mar; como Archibald Dickson, anclado en la memoria de la vida.



domingo, 13 de noviembre de 2016

Renata Tebaldi

El trágico brillo posterior de María Callas no puede hacer olvidar a la magnífica soprano Renata Tebaldi, considerada en su época superior a Callas (y hay motivo para ello, al menos para defender una voz más equilibrada, aún sin el dramatismo de su rival). En todo caso, es difícil compararlas, sus voces son muy distintas. Tebaldi siempre fue una soprano lírica con una voz impresionante y llena de belleza.
¡Paz, paz, Dios mío!
La desgracia
me hace, ¡ay de mí!, languidecer;
después de tantos años,
mi sufrimiento
es tan profundo como el primer día.
¡Paz, paz, Dios mío!
¡Le amaba es cierto!
Y Dios le dotó
de tanta belleza y valor,
que aún le amo
y no puedo borrar su imagen
de mi corazón.
¡Fatalidad! ¡Fatalidad! ¡Fatalidad!
¡Un delito nos separa en la tierra!
Álvaro, te amo
y está escrito en el cielo:
¡no te volveré a ver!
Dios mío, haz que me muera;
sólo la muerte me devolverá la paz.
En vano esperó esta alma la paz
entregada a tamaño dolor
Mísero pan que a prolongar vienes
mi desconsolada vida. Pero, ¿quién llega?
¿Quién profana este santo lugar?
¡Maldición! ¡Maldición! ¡Maldición!

Este amanecer triste de nubes grises en el cielo y calles brillantes por la lluvia. Esta sensación de orfandad, de rellano en lo alto de la escalera, de soledad en medio de la nada, en compañía. La seguridad de que, por mucho que lo intenten, nada ni nadie puede acompañarte en el abismo de los sentimientos más personales.
Las ausencias, que crecen con el tiempo y a pesar de las palabras nada puede devolvérnoslas.
Las fachadas de las casas rezuman humedad tras una noche de aguacero y yo, dormido, he fabricado otro mundo donde permanece lo importante y lo demás se diluye en el tiempo. Pero solo era un sueño y he amanecido y todo sigue igual y sigo siendo yo y estoy llegando a lo alto de la escalera que me llevará, por fin al Nirvana.

jueves, 10 de noviembre de 2016

Nikos Kazantzakis

Comprendí hasta qué punto la felicidad está hecha a la medida del hombre. No es un ave rara a la que debemos perseguir en el cielo, sino que es un ave doméstica que se encuentra en el patio de nuestra propia casa. (Nikos Kazantzakis)


martes, 8 de noviembre de 2016

Wilfred Owen

Me duele el corazón.
Es ya la muerte.
Mis antiguas heridas
no tendrán gloria alguna,
nadie podrá enjugar mis lágrimas,
océanos.
Al soldado le crece
un alma al enterrarlo.

El 4 de noviembre de 1918, Wilfred Owen, 25 años, moría trizado por las balas alemanas mientras cruzaba el canal Sambre - Oise. Una putada. Una semana después se firmaba el armisticio. Ese mismo día, para celebrar la paz de los muertos, le llega a su madre el telegrama anunciando la muerte del mayor de sus cuatro hijos.
La I Guerra Mundial, un infecto matadero orquestado por imbéciles con responsabilidades de Estado, fue muy de putadas. Ni el armisticio se salva. El armisticio se firma el 11 de noviembre de 1918 a eso de las cinco de la madrugada. Alguien tiene una brillante idea, cuadrar el alto el fuego a las 11 horas del día 11 del mes 11. Entre memos anda el juego. Seis horas entre armisticio y alto el fuego que darán para 10.000 bajas más. El desfile de la victoria aliada por los Campos Elíseos durará tres horas. En las mismas condiciones de marcha, el desfile de los muertos en el conflicto hubiera durado un mínimo de 11 días con sus 11 noches.
Wilfred Owen había conocido el horror en primera persona. Una vez él y sus hombres quedaron atrapados en una trinchera alemana y allí permanecieron semisepultados bajo cincuenta horas de cañoneo intensivo. Otra vez les ordenaron tomar al asalto una trinchera alemana. El fuego enemigo los diezmó antes de que pudieran abandonar su posición. Cuando al fin salieron y llegaron al objetivo, allí no había nadie.
Owen, que pasaría por un sanatorio antes de volver al frente los últimos meses de guerra, sabía de qué iba eso de las patrias, los reyes y las banderas. El gas y el fango eliminan cualquier decoro en el morir por tu país. En esos años de carnicería el joven Owen, que se alistó con cierto entusiasmo, acabará escribiendo una serie de poemas que aún hoy estremecen.

¿Nación? Los mutilados nada dicen
pero, de forma extraña, se sonríen
como quien sabe a buen recaudo su secreto.
Pero una primavera ¿es pedir mucho?
La brisa llegaría hasta mi pecho
y haría que creciesen mis piernas como flores.
'Seré con la Naturaleza uno,
con la piedra y la hierba',
diría el pobre Shelley.
Ni al más tonto le engaña esa quimera.
'Criar malvas', es todo lo que saben.



lunes, 7 de noviembre de 2016

EL CUENTO DEL ELEFANTE Y LA MOSCA

Un discípulo y su maestro estaban caminando por el bosque. El discípulo se sintió perturbado por el hecho de que su mente estaba en agitación constante. El discípulo preguntó a su maestro: “¿Por qué la mayoría de las mentes de la gente están inquietas y solo unos pocos poseen una mente tranquila? ¿Qué se puede hacer para calmar la mente?”

El profesor miró al discípulo, sonrió y dijo: “Voy a contarte una historia”.

Un elefante estaba de pie comiendo las hojas de un árbol. Una pequeña mosca llegó y voló junto a él, haciendo un desagradable zumbido cerca de su oído. El elefante agitó sus largas orejas para espantarla. Pero poco después la mosca llegó de nuevo y el elefante volvió a sacudir las orejas. Esto se repitió varias veces.

Tras varios intentos fallidos para espantar definitivamente a la mosca, el elefante se dirigió a ella y le preguntó:

-¿Por qué estás tan inquieta y eres tan ruidosa?, ¿por qué no puedes quedarte por un tiempo en un solo lugar?

La mosca respondió:

–Me atrae lo que veo, lo que escucho o lo que huelo. Mis cinco sentidos me reclaman con todo lo que sucede a mi alrededor y no puedo resistirme. ¿Cuál es tu secreto, elefante? ¿Cómo puedes mantenerte tan tranquilo y quieto?

El elefante dejó de comer y dijo:

-Mis cinco sentidos no dirigen mi atención. Tengo el control de mi atención y puedo dirigirla a donde quiera. Esto me ayuda a sumergirme en todo lo que hago y, por lo tanto, mantener mi mente centrada y tranquila. Ahora que estoy comiendo, estoy totalmente inmerso en el comer. De esta manera, puedo disfrutar de mi comida y masticar mejor. Yo controlo mi atención y no al revés, y esto me ayuda a estar tranquilo.

NOTA: Los asiáticos ven al elefante como símbolo de fuerza, sabiduría e inteligencia.



domingo, 6 de noviembre de 2016

Thomas Merton

"¿De qué nos sirve viajar por el espacio hasta llegar a la luna, si no somos capaces de cruzar el abismo que nos separa de nosotros mismos?" (Thomas Merton)
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Thomas Merton (Prades, Francia, 1915 - Bangkok, 1968) fue un monje trapense, poeta y pensador estadounidense. Está considerado como uno de los escritores sobre espiritualidad más influyentes del siglo XX. 

Foto: Thomas Merton




jueves, 3 de noviembre de 2016

Muchos caminos antiguos hoy son caminos perdidos, hasta el día que consigues encontrarlos. Es un privilegio poder caminar sobre el trazado de un camino olvidado y a veces borrado sobre el terreno. 

Es un momento mágico en el que todo se ve claro; pasado, presente y futuro se funden en un solo instante. Simbólicamente, recuperas la historia de miles de personas que, un día, hicieron el mismo camino y sientes la emoción de seguir sus pasos y compartir con ellos un paisaje similar. 

Pero para las personas que todavía no los han pisado, siguen siendo caminos perdidos, y es que buscar caminos antiguos es una búsqueda personal."



miércoles, 2 de noviembre de 2016

No te acerques a mi tumba sollozando, no estoy ahí... Estoy en el viento que te acaricia, en las plantas que riegas cada día, en las estrellas que brillan de noche sobre tu hogar, en la sonrisa de tus hijos, en los pajarillos que cantan en tu ventana... por eso, no te acerques a mi tumba sollozando, no estoy ahí...estoy en tu recuerdo y en tu corazón.