Otoño de 1940. Londres está ‘iluminado’ por el relámpago más largo de la historia. 8 meses de intenso bombardeo de la Luftwaffe. Un golpetazo encima de la mesa del Führer que destruiría más de un millón de casas por toda la ciudad. La capital era tan solo un pedregal de escombros en la primavera del 41. Más de 50.000 cadáveres entre los cascotes de los históricos edificios victorianos. Las unidades de emergencia desbordadas no daban abasto. No había grandes grúas o equipo técnicos de rescate. Sólo músculo, intuición y… perros. Decenas de canes y mascotas atrapados con vida eran los mejores centinelas para sus amos, las sirenas que anunciaban gente con vida.
En la fotografía de Bishop Marshall uno de los que ladró durante 18 horas seguidas bajo los escombros junto a su dueño herido. Un guía, una sonda sonora para la Patrulla de rescate Air Raid (ARP). Ambos fueron rescatados con vida.
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