miércoles, 8 de noviembre de 2017

Julia Prilutzky

Cada persona quiere de un modo propio y aún esa persona querrá a lo largo de su vida de formas diferentes. ¿Es más apasionado el amor de la juventud? ¿Es más generoso cuando llega la senectud? Nada se puede comparar. Cada tiempo, cada persona, tiene su forma de amar.
Cuando va llegando el ocaso, cuando la mano tiembla sin poder sostener su caída, cuando nos han roto el corazón y también nosotros llegamos a quebrar otro, cuando se hace difícil sentir ilusión... Incluso entonces podemos sentir más el amor como el mejor de los regalos de nuestra vida, uno ante el que solo podemos agachar la cabeza, cerrar los ojos y decir en voz baja: Gracias.
De Julia Prilutzky
Cómo decir, amor, en qué momento
te rompes dulcemente entre las manos,
sin quejas, sin recuerdos, sin arcanos
y tal vez sin temor ni sufrimiento.
Cómo volver a amar, qué sentimiento
de elementos divinos o profanos
puede reverdecer entre desganos,
en la etapa final del desaliento.
Pregunta al corazón por qué no cree,
pregúntale al mirar qué cosas lee,
pregunta al labio cruel por qué no besa,
y te dirán, sin duda, su fatiga
del amor fiel o la pasión mendiga,
su falta de esperanza o de sorpresa.

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