Cuentan que durante el invierno de 1926, en Winnipeg (Canadá) se produjo un incendio en los establos del hipódromo y los caballos huyeron despavoridos. Su única vía de escape era el río, pero las aguas estaban a tan baja temperatura que murieron al intentar cruzarlas. El río se congeló y las cabezas de los caballos quedaron expuestas, sobresaliendo del hielo en posturas desesperadas. En Winnipeg no debía pasar nada muy interesante así que la gente se acercó a ver las cabezas y la visita al lugar se convirtió en un acontecimiento en la comarca.
Sobre este y otros recuerdos, imaginados o reales, el cineasta Guy Maddin realizó en 2007 un falso documental, titulado “My Winnipeg” al que pertenece la imagen de este post y que un crítico calificó como “El film más hermoso, más extraño y más triste que he visto”.
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