Esta es una historia que merece la pena ser contada. Su protaganista es Maud Humphrey (1868-1940), una famosa ilustradora infantil neoyorquina con un sello inconfundible que hoy definiríamos como “rematadamente cursi” pero que a comienzos del siglo XX hacía furor en el mundo anglosajón. Maud imponía también su estética en la ropa escolar de sus hijos, que asistían a la Trinity School sometiéndose al escarnio de sus compañeros de clase. Al menos así le sucedió al pequeño Humphrey, que –con el paso de los años– se convirtió en ese sujeto lacónico, duro y cínico del Olimpo cinematográfico. Así que quizás tengamos que agradecer a Maud su perversa influencia en la educación de Humphrey Bogart.
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