miércoles, 9 de mayo de 2018

RELLANO

Siempre había sido muy difícil saber sus intenciones. Decían de ella que si la encontrabas en un rellano de una escalera, no sabias nunca si subía o si bajaba. Así ha estado. Desde que tuvo el propósito de no volver a mostrar a ninguno su voluntad con claridad, se está todo el día plantada en el rellano del segundo piso. De allí no la mueve nadie. Los niños del tercero, cuando bajan por la mañana para ir a la escuela, ya coinciden con ella. Cuando el vecino del cuarto sube a casa al regreso del trabajo, la saluda ritualmente. Ninguno podrá saber, si sube o si baja, pero ella seguirá sonriendo, complaciente, mientras va viendo como baja y sube todo el mundo.


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