'La revolución es afirmación a la vida, a la dignidad individual y colectiva; es ética nueva. La revolución no es muerte ni imposición ni sometimiento ni fanatismo'.
Hoy se cumplen 25 años del asesinato de María Elena Moyano, la que fuera presidenta de la Federación de Mujeres de Villa El Salvador y teniente de alcaldía de la Comunidad Urbana Autogestionaria de Villa El Salvador por Izquierda Unida.
La familia Moyano Delgado, madre y siete hijos, llegaron arrastrados de desahucio en desahucio a la periferia sur de Lima. Los chicos buscaban trabajo y las chicas, la esperanza de la familia, se levantaban a las cinco de la mañana para coger el autobús que las dejaba cerca de la escuela en la periferia norte.
La madre, Eugenia Delgado, se desvive para que sus hijas María Elena y Martha tengan estudios, y uno de sus hermanos, Carlos, se ofrece a trabajar sólo para pagarles los estudios en la Universidad Garcilaso de la Vega. María Elena Moyano consigue matricularse en Sociología.
En la Universidad seguirá activamente vinculada al movimiento de cristianos de base en grupos de canto y teatro y ofreciendo charlas para frenar la drogadicción y la violencia familiar entre los más jóvenes. Poco a poco la lectura de la Biblia se combina con lecturas sobre materialismo histórico y materialismo dialéctico, aprendiendo a huir de la fe ciega, abrazar las dudas con naturalidad y acicate de crecimiento y mejor aún abrazar al prójimo. La revolución como acto de amor.
María Elena Moyano asume la educación de chavales de 3 a 5 años en Villa El Salvador que no tienen acceso a la escuela. Empezaron sentándose sobre piedras y ladrillos sin apenas material escolar, hasta terminar en módulos con sus cuadernos y lapiceros. Ejerciendo de maestra toma plena conciencia de los problemas de la mujer, esclava en el trabajo y en el hogar.
Participa en los clubes de madres, la toma de colegios por una educación concebida como arma para acabar con la desigualdad y apoya una huelga que la dejará sin trabajo. Pero no pierde la sonrisa que todos le recuerdan.
Madre de dos hijos, las mujeres de Villa El Salvador la eligen como su representante ante la convención que dará luz a la Federación de Mujeres. La eligen presidenta en 1986 y la reeligen en 1988. En 1989 es elegida como teniente de alcaldía de la municipalidad de Villa El Salvador.
Malos tiempos para trabajar la democracia de base con partidos de poco fiar, represión estatal y los iluminados maoístas en su sendero hacia el paraíso del Evangelio según san Abimael.
Sendero Luminoso castiga duro a los activistas de barrio. Amenazas, calumnias, atentados y asesinatos están a la orden del día. La Federación de Mujeres y sus comedores populares son objetivo habitual.
Sendero Luminoso convoca paro armado para el 14 de febrero de 1992. Eso significa que si no te sumas al paro y te pillan, te pasan por las armas. María Elena responde convocando una marcha por la paz. Sólo acuden 50 personas, pero María Elena la encabeza para demostrar que no acepta el miedo como vía para cambiar nada.
El 15 de febrero, tras pasar el día en la playa con sus dos hijos, María Elena Moyano, participa en una comida popular. Un grupo de 10 personas que no han sido invitadas a la fiesta aparecen de repente entre disparos que causan confusión. María Elena sabe a qué han venido y manda a sus hijos a otra habitación. Un hombre y una mujer se acercan a ella y le disparan en el pecho y la cabeza, la sacan a rastras a la calle y dinamitan su cuerpo con cinco quilos de explosivos. Quieren dar ejemplo. No saben que el único ejemplo lo ha dado María Elena Moyano. Tenía 33 años y la sonrisa de los que nunca mueren.
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