Una pareja clásica anglosajona que por estos lares apenas se conoce y representa. Gilbert y Sullivan forman un dúo inseparable, las dos caras de una misma moneda, sería impensable alterar el orden de enunciación de sus apellidos. Son Gilbert y Sullivan, para siempre. En los países de habla inglesa basta nombrarlos para saber de quiénes se trata: los más famosos, los más talentosos compositores de operetas en ese idioma.
H.M.S. Pinafore, The Pirates of Penzance y The Mikado y The Grand Duke son sus títulos de referencia
William Schwenck Gilbert (el letrista del dúo) nació en Londres el 18 de noviembre de 1836. Hijo de un cirujano naval y de una dama de la alta burguesía, el futuro libretista se crió en un hogar acomodado y recibió una esmerada educación.
Sullivan nació el 13 de mayo de 1842, en Londres. Hijo de un director de banda popular, desde la cuna se familiarizó con la música: a los ocho años tocaba cualquier instrumento y componía; a los quince, una de sus partituras ganó el codiciado Premio Mendelssohn. En el ínterin, mientras no cambió la voz, fue solista del coro de la Capilla Real. Hasta 1858 estudió en la Royal Academy of Music, donde sus méritos le valieron una beca para el conservatorio de Leipzig. Vuelto a Londres, en 1862, inició una triunfal carrera de compositor, con sus himnos religiosos (era organista de iglesia) y una suite orquestal escrita para "La tempestad", de Shakespeare.
En el teatro musical de Gilbert & Sullivan es el desenfado con que se burla de las tradiciones ancestrales y la falta de lógica el motor y corazón de la obra.
Gilbert era colérico, puritano, parsimonioso en sus gastos, ordenado. Sullivan era irónico, derrochador, libertino, pero tampoco se conformaba con menos que la excelencia. Este era el único punto en común, y lo que sostenía el frágil edificio de su colaboración.
El MIkado fue su obra cumbre, del que os dejo una introducción.
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