HACIA LA TERCERA GRAN REVOLUCIÓN INDUSTRIAL
Dicen que el mal no radica en las instituciones, sino en su instrumentalización y en ellas radica el hacer del hombre. Para que un país prospere, sin olvidar sus ideales, debe centrarse en la -política de las cosas concretas y correctas, sobre aquellas donde deben asentarse los pilares de toda sociedad justa y equilibrada: Educación, igualdad y libertad. Pero lamentablemente el mundo no es lo que debería ser. Ni es lo que dicen que es. Las sociedades no han alcanzado el grado de equilibrio deseado y convertirse en organizaciones armónicas. Seguimos anclados en el primitivismo emocional, en las contradicciones como humanos, en los fracasos políticos y de sistema, atrapados en una incapacidad permanente para encontrar soluciones a los conflictos. La historia lo atestigua y se repite. Miles de años de esfuerzos y todavía estamos donde estamos: llenos de sacudidas que nos abocan al borde de la caída. Seguimos amenazados por la barbarie, por las desigualdades y por sus consecuencias sociales. Incluso el clima se ha convertido en un temible enemigo. El mundo no está contento y la inconformidad se manifiesta. Los políticos y sus instituciones fracasan, los problemas crecen y la ira estalla en las calles. Surge como respuesta la reacción represiva y se gesta más violencia. El bucle se convierte en interminable y tarde o temprano ocurrirá algo, un gran cambio, para bien o para mal. Nada es capaz de soportar tanta presión durante tantísimo tiempo. De momento, el orbe está ardiendo, preso de una constante ebullición. Nadie parece dispuesto a sofocar ese fuego, y en su lugar brota la discapacidad para cimentar un futuro ecuánime. Los incendios siguen propagándose.
Jeremy Rifkin sociólogo, economista, escritor, asesor político y activista estadounidense, lleva décadas ejerciendo de guía de las tendencias mundiales. Aconseja a gobiernos de todo el mundo, es autor de libros como “El fin del trabajo” donde aborda el desempleo por la automatización, “La tercera revolución industrial” y “La civilización empática, donde trata cómo las nuevas tecnologías de la comunicación convergen con las energías renovables para crear una sociedad mejor, más horizontal, participativa y empática. Según él…
“Vivimos en un mundo donde la negatividad domina, produciendo un gran desasosiego social. El entorno nos advierte, transforma el clima en violento por nuestros excesos. Crece el populismo. La inseguridad nos abruma. ¿Qué sucede? (…) Estamos viendo el colapso de un tipo de civilización. Hacia el 2028 el régimen de energías fósiles se vendrá abajo (…) Todo cambiará (…) Será la transición hacia la tercera revolución industrial y como consecuencia se generará una sociedad nueva (…) Aparecerá la economía compartida, dejaremos atrás la actual forma del progreso frente a una naturaleza más violenta (…) Será la primera revuelta planetaria de la historia. La primera vez que una generación se verá como una sola especie en peligro y deberá empatizar con los otros (…) Habrá que preparar a la gente para todo lo que vendrá: un mundo gobernado por algoritmos (…) donde habrá que construir resiliencia y enfrentarse a los problemas climáticos, de salud pública, de sequías, de calor, porque el clima cambiará nuestra forma de vida. Hoy en día ya hay millones de personas muriendo y migrando (…) Necesitaremos una nueva forma sistemática de entender el mundo y sus complejidades. Y los responsables políticos no ayudan. Deberemos repensar la educación, aprender a vivir con todas las contradicciones y amenazas. Ser valientes y hacer cosas para entender (…) Los jóvenes deberán ser capaces de mantener su capacidad de protesta para cambiar las cosas”.
Hagamos que así sea.
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