Em cada esquina um amigo, em cada rosto igualdade, Grândola, vila morena, terra da fraternidade'.
'Señores míos, como todos saben, hay varias formas de Estado: el Estado social, el Estado corporativo, y el estado al que hemos llegado. Ahora, en esta noche solemne, vamos a acabar con el estado al que hemos llegado. Así que el que quiera venir conmigo, que sepa que nos vamos para Lisboa y terminamos con esto. Quien quiera venir, que salga fuera y forme. Y el que no, que se quede'. Ninguno de los 240 hombres que escuchan las palabras del capitán Fernando José Salgueiro Maia se queda.
Salgueiro Maia, 29 años, hijo de ferroviario, encabeza el pelotón compuesto por diez blindados, doce camiones, una ambulancia y el jeep en el que viaja, y desde su cuartel en Santarém llega hasta las puertas de la dictadura, en la lisboeta plaza de Terreiro do Paço. En el trayecto han respetado todos los semáforos. Es una revuelta cívica. En Terreiro do Paço les espera el general de Brigada Junqueira dos Reis con tiradores y blindados M47, muy superiores en potencia de fuego al obsoleto material de Salgueiro Maia.
El hijo del ferroviario avanza con bandera blanca para parlamentar. Junqueira dos Reis ordena al alférez Fernando Sottomayor que ordene a sus hombres abrir fuego. Sottomayor se niega y es detenido. Junqueira dos Reis se dirige al cabo José Alves Costa, en la torreta de un blindado, y le ordena pistola en mano que abra fuego. Alves Costa se niega. Salgueiro Maia calificará ese gesto, un cabo que se niega a obedecer a un general, 'la insubordinación más hermosa de la Revolución'. Junqueira dos Reis, impotente, rabioso, dispara al aire. Varios oficiales se acercan a Salgueiro Maia, hablan y se abrazan. La Revolución de los Claveles ha triunfado.
Fernando José Salgueiro Maia siguió su carrera militar fuera de foco, renunciando a nombramientos, ofertas del poder y prebendas. Murió de cáncer en 1992, enterrado en un modesto ataúd y bajo el epitafio 'Ao tenente coronel Salgueiro Maia, conquistador do sonho inconquistado, havia em ti o herói que nao se integra'. José Alves Costa, hijo de labradores, volvió a su pueblo de Balazar, en la provincia de Minho, trabajando en una fábrica de neumáticos. Se jubiló en 2011, el mismo año en que el Gobierno portugués se rinde al FMI y empieza por recortar las pensiones.
En septiembre de 1974 se constituye en España la clandestina Unión Militar Democrática (UMD). Los comandantes Luis Otero y Julio Busquets viajan a Portugal para conocer cómo desde dentro del Ejército se puede organizar un movimiento democrático y derrocar una dictadura. En marzo de 1975 la UMD es desarticulada y a finales del mismo año varios de sus miembros son condenados a 47 años de cárcel y su expulsión del Ejército. Llegados los tiempos de amnistía, el general Gutiérrez Mellado se encargará de que sólo se les aplique una amnistía parcial, fijando 1986 como año de reingreso a las Fuerzas Armadas, demasiado tarde para la mayoría.
La Revolución de los Claveles no es un golpe militar, es la culminación de unos años de movilizaciones y lucha obrera. En España, el dictador se muere en su cama. En Lisboa, hoy mismo, los turistas españoles siguen hablando a gritos con la soberbia de un cabrero.
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