sábado, 18 de junio de 2016

Para que luego digan

Para que luego digan que ser torero no sirve de nada. Imaginad que vais tranquilamente a las 11 de la mañana de un día de enero por la Gran Vía madrileña y os encontráis de cara con un toro de 500 kg embistiendo a todo el que pasa.

Pues eso le sucedió en 1928 al diestro Diego Mazquiarán "Fortuna" con un toro escapado de un camión. Sin que le temblase el pulso, mandó que le trajesen un estoque de su casa y mientras tanto le dio pases con el gabán hasta que pudo terminar con la res. Ahí le tenéis, marcado con una cruz, y posando tan orgulloso.




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