jueves, 18 de octubre de 2018

Llover bajo


LLOVER BAJO

Llegué a la casa vacía y me encerré en la habitación. No quería que mi padre me viera llorando. El primer día no. Con la cara llorosa sobre el cojín, la voz del profesor todavía resonaba acusadora. A ver, la nueva, quién formuló la ley de la gravedad? Lo peor fue las risas de los compañeros cómo agujas clavándose todas en mi cuerpo. Mañana, pensé, será peor.

También era la primera noche, la primera noche en la casa nueva. Padre llegó tarde. Abrió la puerta de mi habitación, pero me hice la dormida. Llovía. La lluvia caía del cielo como un cuerpo pesado. Y no paró de llover hasta que se me cerraron los ojos.

Al despertarme, sin desayunar, mi padre me hizo caminar encima de la hierba mojada. Íbamos descalzos, la gotas de lluvia se agarraban a los tobillos. A  esto se le dice “llover bajo”, me dijo. Después me dijo que madre ya no volvería. Le pregunté si sabía quién había inventado la ley de la gravedad. Newton, respondió. Nunca había sentido aquel nombre, y, cuando llegué a la puerta de la escuela, ya se me había olvidado . No sabía qué hacer, ya había entrado todo el mundo, estaba sola en la calle. Seguro qué el profesor me estaría esperando para preguntarme de nuevo por la ley de la gravedad. Me di la vuelta, quería salir corriendo, pero entonces noté cosquillas en los tobillos, mi padre y yo, los dos de nuevo con los pies desnudos encima de la hierba húmeda. No recordé el nombre de Newton, pero supe que el futuro no entiende de leyes y sin miedo crucé la puerta de la escuela




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