Si fuese posible curar las penas con el llanto y resucitar a los muertos con las lágrimas, el oro sería menos valioso que la tristeza. Sófocles, Escirios. Frag 510
jueves, 18 de octubre de 2018
Llover bajo
LLOVER BAJO
Llegué a la casa vacía y me
encerré en la habitación. No quería que mi padre me viera llorando. El primer
día no. Con la cara llorosa sobre el cojín, la voz del profesor todavía
resonaba acusadora. A ver, la nueva, quién formuló la ley de la gravedad? Lo
peor fue las risas de los compañeros cómo agujas clavándose todas en mi cuerpo.
Mañana, pensé, será peor.
También era la primera noche, la
primera noche en la casa nueva. Padre llegó tarde. Abrió la puerta de mi
habitación, pero me hice la dormida. Llovía. La lluvia caía del cielo como un
cuerpo pesado. Y no paró de llover hasta que se me cerraron los ojos.
Al despertarme, sin desayunar, mi
padre me hizo caminar encima de la hierba mojada. Íbamos descalzos, la gotas de
lluvia se agarraban a los tobillos. A
esto se le dice “llover bajo”, me dijo. Después me dijo que madre ya no
volvería. Le pregunté si sabía quién había inventado la ley de la gravedad.
Newton, respondió. Nunca había sentido aquel nombre, y, cuando llegué a la
puerta de la escuela, ya se me había olvidado . No sabía qué hacer, ya había
entrado todo el mundo, estaba sola en la calle. Seguro qué el profesor me
estaría esperando para preguntarme de nuevo por la ley de la gravedad. Me di la
vuelta, quería salir corriendo, pero entonces noté cosquillas en los tobillos,
mi padre y yo, los dos de nuevo con los pies desnudos encima de la hierba
húmeda. No recordé el nombre de Newton, pero supe que el futuro no entiende de
leyes y sin miedo crucé la puerta de la escuela
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