Hace como un año, los sindicatos vivían un momento en que eran
denostados por los gobiernos regionales y eran tratados de inútiles por los
integrantes del 15M y la ciudadanía casi en pleno. Tras la victoria del PP han
encontrado el camino franco (como Sánchez Gordillo, que vivía en el desván)
para recuperar imagen y poder de convocatoria. El 15M era un movimiento
anarquista, disperso, sin cabeza ni organización, con reivindicaciones
imposibles. Aquí estamos nosotros para seguir siendo los intermediarios con el
poder político. Lo mismo que la Iglesia se presenta como intermediaria entre
los hombres y Dios, y en ello basan su poder, los sindicatos hacen lo propio
entre los trabajadores y el poder político a fin de seguir conservando sus
prebendas y su posición destacada.
Luego miras al Gobierno y la oposición. Miras sus relaciones con
bancos (que les financian) y mercados financieros (de los que depende su
poder). Escuchas al Gobierno pepero hablando de las “insoportables situaciones
creadas por los deshaucios”, de “la crueldad del procedimiento” y lo dicen tan
frescos, como si no les hubiera importado un bledo durante varios años (lo
mismo que a la oposición cuando estaba en el poder). Los del PP mienten con
total desfachatez (prototipo Soraya, la vicepresidenta), esperan que escampe el
temporal de cara a las siguientes y aún lejanas elecciones y establecen su
clientela entre “amigos” (véase Madrid Arena, como si el caso Gürtel nunca
hubiera existido). Los socialistas tratan de reconstruir un discurso
deteriorado y rancio, a la espera de que los errores del PP les permitan
levantar cabeza, con la anuencia de los sindicatos (dos cojos sujetándose entre
sí para caminar) y esperando en un futuro arañar más poder autonómico, local y
nacional, para formar su propia clientela.
Éste es el país del Gatopardo de Lampedusa: Cambiemos todo para que
todo siga igual. Con todos los errores cometidos por la banca en sus impulsos
insaciables, están recibiendo el dinero que sacan del bolsillo de los
ciudadanos para incrementar sus cuentas, con los casos de corrupción habidos en
el seno del PP ahí están tapándose las vergüenzas y hablando de horizontes
esperanzadores en el 2014, con la pasividad y colaboración de los sindicatos
con el gobierno socialista tantos años, ahí están dando mítines. Hay más
sufrimiento, más angustia para terminar el mes, para sobrevivir, pero a todos
esos (gobierno, oposición, sindicatos, banqueros y mercaderes) les da igual.
Sólo quieren retocar aquí y allá (nueva ley del deshaucio, reformas del mercado
laboral, palabrería tras el consejo de ministros) para que todo siga igual y
los mismos se mantengan en el poder sin cambiar un ápice sus beneficios.
Hay pocas cosas en las que creer: en el sufrimiento de los
ciudadanos, en su rabia y frustración; en el trabajo generoso de muchos, aunque
sea a través de organizaciones cuestionables, como Cáritas, ONGs o la Iglesia.
Poco más. Las instituciones sólo pretenden controlar a los anteriores,
conservar los mecanismos de poder, seguir chupando de los beneficios menguantes
de este país que no se levantará en una década al menos y siempre que la
demanda exterior se lo permita.
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