viernes, 14 de septiembre de 2018

Javier Otxoa

Hay ocasiones en que encontramos a personas sin suerte en la vida, a pesar de que sabemos que merecían mucho más de lo que tuvieron. En el año 2000 un muchacho de 25 años, ciclista profesional, culminó en el mítico Hautacam del Tour de Francia una escapada de 160 km que pasó a la historia de la carrera ciclista. En los últimos y difíciles kilómetros resistió el ataque de un descomunal Lance Amstrong y de otro español de trágico final: Txaba Jiménez.
Javier Otxoa no solo inauguraba su palmarés profesional sino que abría todo tipo de grandes expectativas respecto a su carrera. No todo el mundo tiene tan pronto una etapa del Tour en el bolsillo. Sin embargo, cuando entrenaba al año siguiente con su hermano gemelo (también profesional) por una carretera de Málaga, un coche los arrolló acabando con la vida de su hermano y dejándolo a él entre la vida y la muerte durante varios meses. Los daños cerebrales fueron tales que su carrera acabó, aunque conservó la vida.
No contento con ello, participó posteriormente en dos olimpíadas paralímpicas obteniendo dos medallas de oro y dos de plata. Este hombre, tan querido y desafortunado, acaba de morir de un tumor cerebral a la edad de 43 años. Lo que digo, hay personas que nunca han podido disfrutar de la suerte mínima que todo el mundo tiene derecho a esperar. Descanse en paz. A mí me gusta recordarlo en aquella etapa, el mejor momento de su vida profesional, cuando el futuro se abría para él tan prometedor.




https://youtu.be/6eTLiQJA4qo

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