lunes, 28 de junio de 2010

Con los hilos de la luna

Con los hilos de la luna
(Liuba María Hevia)

El recuerdo viene a mí
filtrado rayo de luna,
y me conmueve la cuna
humilde donde nací.
Jesús Orta Ruiz (Indio Naborí)

Mi abuelo llegó en un barco, pero se trajo la luna
dibujada en un pañuelo que luego colgó en mi cuna.
La inmensa luna diamante era la mejor fortuna
que acompañó al emigrante de aquella España lorquiana y dura.

Cantaba con ese acento que tanto lo distinguía,
risueño me revelaba la copla que así decía:
"Niña, nunca te enamores si hay luna cuarto menguante
que puede robarte el sueño un asturiano emigrante".

No sé si he podido ser lo que él soñó que yo fuera,
lo cierto es que, mire usted, mi abuelo fue mi primera escuela,
puso raíz en el puerto y estrenó bajo una ceiba
las alas del papalote que me llevaban hasta su tierra.

Mi abuelo tejió mi hamaca con los hilos de la luna,
mi abuelo pintó mi infancia con un verdor aceituna.
Se puede viajar el mundo en los ojos de un abuelo
que nos regala la luna dibujada en un pañuelo.

Un día llegué a su tierra y allí me estaba esperando
la luna de aquel dibujo que desde el cielo iba pregonando:
"Niña, nunca te enamores si hay luna cuarto menguante
que puede robarte el sueño un asturiano emigrante".

Niña, nunca te enamores si hay luna cuarto menguante,
que puede robarte el sueño un asturiano emigrante.

Se trajo las sevillanas y el pasodoble elegante
pero se quedó conmigo entonando
"De dónde son los cantantes…"

Abuelo tejió mi hamaca con los hilos de la luna,
artesano de mis alas, carrusel para la altura.

Su sonrisa desafiaba el trueno y el aguacero.
Cuánta ternura cabía bajo las alas de su sombrero.

(Ay luna, luna, lunera, cascabelera fortuna,
abuelo Hevia pintó tu cara para colgarla en mi cuna.)

Mi abuela besó a mi abuelo en luna cuarto menguante;
mi abuela besó el misterio bendito del asturiano emigrante.

Mi abuelo llegó en un barco, pero se trajo la luna
dibujada en un pañuelo que un día colgó en mi cuna.


domingo, 27 de junio de 2010

Kyrie eleyson, de Mozart

Decía Miguel Torga que había algunos artistas que eran dioses perdidos en la Tierra. Uno de ellos debió ser Mozart. Junto a la alegría de gran parte de su música era capaz de componer con esfuerzo (él, que en otro tiempo lo hacía con absoluta ligereza y genio) la misa en do menor, la última en crear antes de su monumental Requiem. Cuando lo hizo estaba envejecido, olvidado por la Corte en gran medida, sin apenas dinero, sintiendo el aliento de la muerte que se lo llevaría en no mucho tiempo. Y aún era capaz de escribir una música como ésta diciendo: "Señor, ten piedad"


No me gustan mandonas

KK, una joven china, ha ofrecido 100 euros diarios a un hombre entre 20-40 años para que se siente con ella a ver el Mundial de fútbol y a explicárselo, porque ella no entiende de este deporte pero le gustan los jóvenes que corren detrás de un balón en pantalones cortos. Exige lavarse los pies dos veces al día (absténganse sucios) y desde luego, el hombre estará encargado de lavar los platos del día. Daba una dirección de correo para enviar currículum y foto. Se ignora quién ha sido el elegido. En todo caso, además de estar fuera del margen de edad y no saber chino, a mí esta chica con el dedo extendido me parece algo mandona.


domingo, 20 de junio de 2010

Ergo una rosa (José Saramago)

ERGO UMA ROSA

Ergo uma rosa, e tudo se ilumina
Como a lua nao faz nem o sol pode:
Cobra de luz ardente e enroscada
Ou vento de cabelos que sacode.

Ergo uma rosa, e grito a quantas aves
O céu pontuam de ninhos e de cantos,
Bato no chao a ordem que decide
A uniao dos demos e dos santos.

Ergo uma rosa, um corpo e um destino
Contra o frio da noite que se atreve,
E da seiva da rosa e do meu sangue
Construo perenidade em vida breve.

Ergo uma rosa, e deixo, e abandono
Quanto me doi de magoas e assombros.
Ergo uma rosa, sim, e ouco a vida
Neste cantar das aves nos meus ombros.

José Saramago


La Traducción:


Alzo una rosa, y todo se ilumina
como no hace la luna ni el sol puede:
serpiente de luz ardiente y enroscada
o viento de cabellos que se mueve.

Alzo una rosa, y grito a cuantas aves
el cielo colorean de nido y de cantos,
en el suelo golpeo la orden que decide
la unión de los demonios y los santos.

Alzo una rosa, un cuerpo y un destino
contra la fría noche que se atreve,
y con savia de rosa y con mi sangre
perennidad construyo en vida breve.

Alzo una rosa, y dejo, y abandono
cuanto me duele de penas y de asombros.
Alzo una rosa, sí, y oigo la vida
en este cantar de las aves en mis hombros.


sábado, 19 de junio de 2010

Los sonidos del silencio

En este vídeo podemos ver el momento en que le activan a un bebé de 8
meses sordo por primera vez un implante coclear. Es la primera vez que
oye a su propia madre. La reacción es impagable.


lunes, 14 de junio de 2010

Cada día muere algo de nosotros

Traspasó la sutil frontera existente entre el sueño y la realidad entreabriendo los ojos a la luz de la mañana. Como cada día se despertó medio aturdido, y se deshizo en un bostezo mientras estiraba los brazos. Aquel era un inofensivo vicio que había adquirido de una forma desconocida. Posó los pies sobre el frío suelo y esta sensación le despertó del todo. Se puso las zapatillas, se levantó y dejó escapar unas cuantas miradas más allá de la ventana, que estaba abierta. La luz todavía era bastante escasa, no sabía por qué, pero se había desvelado antes de que sonase el despertador.

Después que todos aquellos extraños pensamientos le recorriesen la mente, reacciona y decide hacer la cama, así que se gira y mira el lugar donde había estado hasta hace unos instantes. Por un momento dejó de sentir latir su corazón, para nada más que un momento, porque después la situación cambió radicalmente. La sangre le corría por todo el cuerpo, y los latidos de su corazón, que hace unos instantes no podía sentir, comenzaban a ser tan fuertes que hasta le resonaban en el cerebro. Un sudor frío le recorría la frente, le bajaba por la cara y desde la barba las gotas caían hasta estrellarse en el suelo. La vista se le oscureció momentáneamente y no pudo creer aquello que realmente veía. Allá estirado en la cama, se pudo ver asimismo, todavía durmiendo. Creyendo que sufría una alucinación, tocó aquella imagen, después se tocó él, pero... no podía ser, un ser irreal, creado por su popia mente, por su imaginación.

Corrió a mirarse en el espejo del baño, y comprobó que seguia siendo él. Aquello lo tranquilizó un poco, pero no suficientemente, así que para asegurarse que no viajaba todavía por los sueños, cogió un papel, un bolígrafo y plasmó la primera frase que le pasó por la mente. Una vez escrita, se quedó de pie mirando el papel, mientras sostenía el bolígrafo con la mano derecha. De repente sintió un ruido a sus pies, instintivamente miró y vio que el bolígrafo estaba en el suelo. ¡Cómo puede ser, lo tenía agarrado! Después de pensar eso se miró la mano y no la pudo ver, había desaparecido. No sentía ya ni tacto ni calor ni sudor, simplemente nada.

Corrió a su habitación para ver de nuevo la otra imagen. Seguía allí, igual. De repente, sintió la misma no-sensación de la mano derecha en la mano izquierda. No tuvo el coraje suficiente para mirar, pero no le hacia falta, ya sabia perfectamente que le había pasado. La mano izquierda también le había desaparecido. Lo que pasó después no pudo verlo, pero iba notando que perdía primero el olfato, el oído y, por último, dejó de sentir como la lengua le inundaba el interior de la boca. Era una plena consciencia de la muerte que no podía soportar. Así, cuando vio la ventana abierta saltó desde el tercer piso donde vivía. Al caer lanzó un grito mudo, que ninguno pudo sentir. La tierra se acercaba, rápida, violenta, impaciente, pero cuando se encontraba a unos cuantos metros de la muerte segura perdió la visión y, con ella, la totalidad de los sentidos.

Aquella mañana se despertó helado por su sueño. Lo único que recordaba era la sensación de caída. En el comedor el despertador sonaba impertinente. La ventana estaba abierta y el aire pasaba. Salió al comedor, paró el reloj y se fijó que sobre la mesa había un papel escrito con su letra. Lo leyó, pero decía algo incomprensible para él: "Cada día muere algo de nosotros".

domingo, 13 de junio de 2010

Hurt

Una canción, una historia. Una bella canción, una bella historia. La canción se llama 'Hurt' y los primeros que la grabaron fueron los del grupo Nine Inch Nails, que además son sus autores. Después, Johnny Cash hizo una versión. Insólitamente desnuda, apenas acompañado por su guitarra. Estaba ya muy enfermo, casi al borde de la muerte, y al ponerle su voz desgarrada y rota, pero aún sobrecogedora, la convirtió en su testamento. Una especie de balance de su vida que muy bien podría ser el de la vida de todos nosotros.



martes, 8 de junio de 2010

Cuestión de peso

Si se ponen dos latas de Coca-Cola una light y otra normal en un recipiente con agua, la normal se hundirá como una piedra, mientras que la segunda flotará. Eso se debe al azucar que contiene la coca de toda la vida, curioso cuando menos. Aunque parezca mentira 11 cucharadas de azucar tienen la culpa.


viernes, 4 de junio de 2010

Temporada de playa

Y ya llegó el verano y también la playa...


miércoles, 2 de junio de 2010

Algo chiquitito

Desde luego, la imaginación de las gentes no la recortan...