martes, 31 de marzo de 2015

De nuevo Bach

Parece mentira que la música de Bach se olvidara, tras su muerte, durante 75 años. Se debe a Mendelshon en 1829 su recuperación, empezando por su Pasión según San Mateo, que causó sensación.
En los últimos años de su vida su discípulo Juan Teófilo Goldberg le pidió ayuda. El embajador de Rusia en Dresde, para el que era músico de cámara, estaba durmiendo mal y le había pedido alguna música dulce y brillante que le ayudara a conciliar el sueño.
Así surgió una obra de increíble modernidad, ligera, fruto de la magnífica técnica que había conseguido con el tiempo. Aquí solo el comienzo de lo que es una larga obra que se sigue como si fuera breve.

lunes, 30 de marzo de 2015

El lamento de Ipuwer

El lamento de Ipuwer

 Siempre he creído en las palabras. Mi padre y, antes que él, mi abuelo, creyeron también en ellas, en el poder de creación que encierran, en la fuerza de sus símbolos que son capaces de evocar mundos desaparecidos, divinidades invisibles, verdades encerradas en el corazón de los hombres. Por las palabras se puede dar la vida, como yo estuve a punto de hacer. Por ellas vale la pena cualquier esfuerzo porque sólo con pronunciarlas en el secreto de una habitación, frente a la divinidad que convocamos, sientes el aliento de la tierra, la fuerza del dios en tu boca.

 Mi nombre es Ipuwer, Ipu el príncipe de los escribas, me llamaban hace algún tiempo, cuando la palabra era un arcano secreto, un misterio que los sacerdotes escribas como yo pronunciábamos con la unción de lo que está por crear, de aquello que irá tomando forma en nuestro interior. Cierro los ojos, ahora que llego al final de todos los caminos, y recuerdo este tiempo desgraciado que me ha tocado vivir. Ay, faraón, hijo de Horus, ¡qué desgracia has traído a esta tierra!, ¿por qué ignoraste tanto tiempo la ley de Ma’at, la prudencia, la justicia que te debían acompañar? ¿Por qué dejaste a tu pueblo abandonado a su suerte?. Ay, que el tiempo de la gloria ya se pierde en los tiempos pasados, cuando el hijo del dios decretaba qué debía hacerse y cómo, cuando el pueblo obedecía aterrado ante su poderío. Ay, que mi mundo, como el torno de un alfarero, ha girado sin cesar y ahora todo cambió de lugar: el pobre se viste de riqueza, el noble se arrastra por el polvo, el ignorante es rey y el sabio no tiene qué comer, olvidado de todos.

 Escuché aquel día el estrépito que hacían los hombres al forzar la puerta de la Casa de la Vida. Algunos sacerdotes jóvenes se refugiaban atemorizados entre las estanterías. Les dije, ¡no tengáis miedo porque el dios estará con nosotros hasta el final!, ¡no tembléis como gallinas prestas al sacrificio!. ¡No olvidéis a quién servimos!. Uno de ellos, que siempre había sido el más descarado, osó responderme: ¡A quién servimos no está aquí para defendernos, viejo Ipuwer!. Le miré con desprecio para contestarle: Sólo servimos a la palabra, joven cobarde, es la palabra la que nos dignifica protegiéndonos del miedo y la cobardía, de la herida y el fuego.

 Pero creo que no me escuchaban. Cuando los hombres enloquecidos derribaron la última puerta y entraron en tropel, me apartaron a un lado de un empujón para abalanzarse sobre los papiros alineados en sus lugares, la palabra sagrada que sólo debe pronunciarse en el silencio de los muertos, la palabra que llama al dios para que nos ayude, nos consuele y tenga piedad de nosotros. Los sacerdotes huyeron, mezclados entre los asaltantes, mientras yo recitaba en voz alta: “Oh, Thot, llévame a Hermópolis, tu ciudad, donde la vida es dulce. Cúbreme de comida y cerveza, guarda mi boca cuando yo hable. Oh, Thot, gran palmera de setenta codos, dáme tus frutos, bendíceme con el agua de su pulpa para que no olvide manifestar tu gloria. Oh, Thot, consuélame en la aflicción, haz que mi boca sea una manantial para cantar tus alabanzas”.

 Ya los hombres desplegaban los papiros, los secretos quedaban desvelados entre risas, algunos los gritaban desde una ventana, otros extraían de un arcón los títulos de propiedad, los registros de las tierras, todo era quemado allí mismo. Huí cuando el fuego prendió en varios papiros y se fue extendiendo inmediatamente por toda la habitación. Me alejé llorando sin que nadie me dijera nada, todos riendo alborozados de su hazaña, tantos secretos perdidos, tantas palabras que ya nada podrían evocar. Oí mi nombre y vi al anciano que cuidaba la puerta de la Casa de los Libros. Me señaló la espesa humareda que salía de sus ventanales. Ipuwer, me dijo, vete lejos, hermano, vete. La palabra, susurré, las palabras perdidas... Nada se ha perdido, príncipe Ipu, sino lo que Amón quiso que se perdiera. Tú, que has amado tanto las palabras, deja a partir de ahora que ellas te llamen, abre tu corazón para que vuelvan a surgir.

 Me fui pensando en lo que había dicho. Caminé por las afueras y salí al campo. Todo estaba cambiado. Los nobles se lamentaban, los pobres se regocijaban con su desgracia. El río se desbordaba sin que nadie contuviera su aliento ni lo condujera hacia las tierras feraces de antaño. ¿Qué ha pasado en el mundo, oh, señor de la Justicia?, grité, ¿qué ha sido del mundo que vivieron mis abuelos, mis padres y tantas generaciones antes que yo?. ¿Por qué me ha sido dado contemplar tantas miserias, tanta aflicción?. Los campos abandonados, el oro que escasea, ni siquiera el cedro para las tumbas llega hasta los que mueren. Ay, si el mundo acabara finalmente, si todas las mujeres fueran estériles y los niños murieran sin esperar al mañana. Nada más merecemos sino el final de la vida, la conclusión de las miserias de los hombres.

Caminé por la orilla del río sorteando a hombres que peleaban intentando robarse unos a otros, barcas hundidas, mujeres que lloraban. Anduve diez días y diez noches hasta que llegué al borde del desierto, allá donde Set tiene su dominio y Atón calcina como el fuego. Me senté y sentí que mi ka quería volar más allá de mi cuerpo, donde sería juzgado en la balanza para saber si habría otra vida mejor para mí. Oh, Thot, musité, he perdido las palabras que me confiaste, las he perdido todas. Entonces, desalentado, recordé el comentario de aquel viejo, y me serené. Una paz desconocida fue invadiéndome por dentro, allá donde empecé a sentir el flujo divino de una nueva palabra que brotaba de mi corazón, de mi vientre, que modelaba con mis brazos y piernas.

 Señor de la Verdad, ése es tu nombre. He llegado hasta ti con las manos abiertas y el corazón cansado de maldad. He rechazado la falsedad por ti. No he empobrecido a otros. No hice mal a nadie. No he desposeído a los hombres de lo que era suyo. No he provocado hambre, no he calumniado. Ni he matado ni mandado matar. No he arrebatado la comida de los espíritus, no le quité la leche de los labios a ningún niño. No retuve ganado de las ofrendas a los dioses. Señor de la Verdad, soy puro como el Ojo Sagrado en Heliópolis. He amado tu palabra, la he pronunciado siempre con reverencia. Y ahora aquí me encuentro, desposeído de todo, camino de mi sentencia, más cerca del polvo que del agua, roto mi corazón y quebradas mis ilusiones. Finalmente, sólo tengo una cosa dentro de mí, algo que ofrecer para implorar tu perdón. Tengo la palabra del hombre que sufre, del hombre que pasa por este mundo con la esperanza de un mañana, del que ama tanto las palabras que ellas constituyen su vida. Tengo los labios para pronunciarlas, tengo los ojos de mi interior para construirlas, la lengua que me ayuda a invocarlas, los dientes que las retienen, las piernas que me permiten extenderlas por doquier. Tengo la palabra, Señor de la Verdad, la que me hará finalmente inmortal. Deja que la pronuncie por última vez.


 Y así me incliné hasta que mi frente tocó la tierra, cerré los ojos y llamé a mi dios. No sentí ya calor alguno, ni viento ni lo ardiente de las arenas. Sólo me llegó el aliento fresco que había evocado, el dios que acariciaba mi pecho, el que apoyaba su mejilla contra mi pelo. Supe entonces que el mundo podría hundirse a mi alrededor pero el mundo era efímero. Cuando terminara entre alaridos de miedo y huracanes de polvo, cuando ya no quedara ni una vida sobre su superficie, cuando ni un barco desplegara sus velas sobre el gran río. Entonces, quedaría la palabra. Y sonreí, conforme.

domingo, 29 de marzo de 2015

Juan Sebastián Bach

Juan Sebastián Bach murió en 1750 afectado por una enfermedad que le dejó ciego en sus últimos tiempos. Ana Magdalena Bach, su mujer, describe así el momento de su muerte:

 "Miré al rostro de Sebastián, apoyado en la almohada, luego el manuscrito de su último canto... Por fin me llamó: "Magdalena querida, ven, acércate..." Sobrecogida por el extraño temblor de su voz, me volví... Había abierto los ojos. Me miraba, me veía. Sus ojos apretados por los sufrimientos se abrían con un brillo doloroso. La recuperación de la vista, pocos instantes antes de la muerte, fue el último don de Dios a mi marido. Vio una vez más el sol, a sus hijos, a mí misma, vio a su nieto que Isabel le presentaba y que llevaría su nombre.


 Le mostré una bella rosa roja y su mirada se clavó en ella. "Hay cosas mejores allá, Magdalena, colores más hermosos, músicas que ni tú ni yo hemos oído jamás..." Pronto vimos que el fin se aproximaba. "Quiero oír un poco de música", dijo. Dios me inspiró y escogí un coral: Alle Menschen müssen sterben (Todos los hombres deben morir)... Los demás se unieron hasta completar las cuatro partes. Mientras cantábamos, una gran paz descendía sobre el rostro de Sebastián, libre ya de las miserias del mundo."

miércoles, 25 de marzo de 2015

In memoriam

Entre los fallecidos del trágico accidente del vuelo 4U9525 de Germanwings, se encontraban los cantantes de opera, Oleg Bryjak y Maria Radner. Valga como pequeño homenaje para ambos. Nos queda sus voces. DEP.



También hubo un tiempo

Hoy todo el mundo corre por los parques y calles, se venden deportivas a todo el mundo y nadie se extraña de tal costumbre deportiva. Pasa tan desapercibida que ni siquiera podemos imaginar un tiempo en que a nadie se le podía ocurrir tal cosa.
También hubo un tiempo, hacia 1903, en que todas las modas en España venían de París. Pues bien, en la capital francesa se organizó una carrera de "obreras" con asistencia, como veis en la foto, de una nutrida masa de espectadores masculinos.
La vencedora, Mlle. Deschinés, logró la proeza de recorrer 12 km en 1.05 h. La prueba tuvo tanto eco que poco después las señoritas de la aristocracia, espontáneamente, improvisaban carreras por las calles de París, entre el jolgorio de unos y el escándalo de otros.




Universo

El universo es tan grande que casi da miedo. Millones de estrellas que nacen mientras otras se apagan, galaxias que no podemos ni imaginar, nebulosas, agujeros de gusanos, materia oscura... Yo no entiendo nada, pero me resulta fascinante. 

Por suerte esto lo entendemos todos. La NASA ha publicado la imagen más grande obtenida hasta ahora de la galaxia de Andrómeda. Para ello ha sido necesario hacer un montaje con 411 fotos tomadas por Hubble. El archivo consta de 1,5 mil millones de pixeles






martes, 24 de marzo de 2015

Silvia

Silvia, el conocido y bello lied de Schubert en la voz de Fischer Dieskau.

 Dime quién es Silvia,
 ¿cómo es que los anchos prados le alaban?
 Bella y maravillosa la veo, siempre cerca,
 Es una señal de los favores del Cielo,
 Que se subyugan a ella.


 ¿Es ella a la vez bella y buena?
 Su encanto refresca con la ternura de un niño,
 Cupido vive en sus ojos,
 Allí se cura de su ceguera
 Y permanece en una dulce calma.

 Entonces, para Silvia resuena una canción,
 Para gloria de la preciosa Silvia,
 Cada encanto le pertenece hace mucho,
 La Tierra nos lo puede decir,

 ¡Para ella los ramos y coronas de flores!

sábado, 21 de marzo de 2015

Domenico Scarlatti

A principios del siglo XVIII coincidieron en Venecia dos jóvenes de 20 años, aclamados intérpretes del órgano y el clavecín. Ambos fueron grandes amigos y se recordarían mucho después, cuando la vida llevara a uno de ellos (Haendel) hasta Inglaterra y el otro (Scarlatti) se fuera a vivir a la corte española de Madrid.

 Scarlatti fue sin duda el primer prodigio de ese instrumento tan sonoro pero también limitado como fue el clavecín, sobre todo en relación al piano. Aquí traigo una excelente pieza, un fandango.

domingo, 15 de marzo de 2015

Como un fantasma

Sí, un fantasma anda por Europa, y siembra en los surcos semillas de esperanza, ¿por qué yo no lo siento de tal manera que me parece todo una función de circo diferida unos segundos? La tele de Franco emitía con unos minutos de retraso. Se evitaban así pancartas, voces, gestos que no interesaban al poder. Vemos la realidad tras el tul de la mirada de alguien que tiene intereses, medidas, sombras, luces. Pero no es lo mismo ver al trapecista o al domador de leones en el foso de la realidad que por la tele o en un vídeo de youtube. Se parece mucho, y a veces es la única forma de llegar, pero no es lo mismo.

Sin embargo no hay duda: un fantasma recorre Europa. Analizo mis cosas y las cosas del mundo alcanzando un poco estas últimas y nada de las mías. Las encuestas políticas me dan la risa: mezcla de vértigo y manipulación; en Andalucía así, en Cataluña asá. Exactamente como antes de ayer pero envuelto en el celofán de la sorpresa.

Ha pasado un día, un día entero, un día de la tierra que nunca más volverá a suceder. He buscado las huellas del fantasma a mi alrededor. Las voces se enredan con los ecos y nace un lenguaje nuevo, que tengo que aprender. Miro por la ventana, está ahí, el fantasma. Lo difícil, lo único difícil, es la floración del almendro. En nada llega la primavera. Ya lo está haciendo, en todos lados: urge entender qué está pasando.


Buenas noches.

El Descanso de la cuesta

De pequeño solía sentarme en una pronunciada cuesta de la carretera de mi pueblo, a la que no sé por qué llamaban la cuesta del francés. Veía subir aquellos Pegasos traqueteando despidiendo un humor infernal y entonces, algunos, vencidos por el peso de su carga, paraban con su ultima exhalación en un bar de carretera situado en lo más pendiente de la cuesta que se llamaba “El descanso de la cuesta”.

Allí pasé muchos días de verano, las mercancías tenían la facultad de hablarme y de decirme si iban o venían, si eran ladrillos para construir palacios o sacos de harina para hacer dulces pasteles. A aquellos poderosos Pegasos el tiempo los venció y los metió en el saco del olvido, y a los parroquianos del Descanso de la cuesta, una nueva y lejana autovía hace mucho tiempo que se los llevó. Ahora los nuevos y confortables camiones con los que hoy me cruzo por la carretera, parece que sus mercancías han perdido la facultad de hablar, callan, no dicen nada, si van o vienen, aunque a veces, casi con un sonido imperceptible, las escucho hablar de dinero, del valor que tienen en el mercado, de acciones de sus empresas, de que quieren ser rápidas y fugaces, correr y correr, sin parar, sin mirar atrás.

Ya hace muchos años que no subo la cuesta del francés, su cima se ha convertido en tierra de abandono y de olvido. Pero a veces me parece escuchar el eco del aquel bravo Pegaso, luchando, con su carga a cuestas, quizás buscando la eternidad…

Como el lirio del campo


COMO EL LIRIO DEL CAMPO
(A Tere)

Como el lirio del campo, azul tu sueño.
Azules las estrellas que caminan
por las brumas inciertas de tus noches.
Azules las pupilas que te miran.
Como la nieve, blancos tus recuerdos.
Blanca la soledad que a veces hila
el tejido impalpable que te envuelve.
Blanco ese despertar de cada día.
Como tu corazón, rojo el ocaso,
rojo el reflejo que en tus ojos brilla.
las llamas que calientan tus inviernos,
roja la tempestad que te domina.
Como en la orilla, verde el agua mansa.
Verde la primavera sorprendida
en la tierra que pisas levemente.
Verde, azul, blanca o roja... Siempre viva...


                Cristina Díez Rodríguez

jueves, 12 de marzo de 2015

Sangue Sabur

En la mitología persa, sangue sabur, «la piedra de la paciencia», es una piedra mágica a la que uno le cuenta sus desgracias, sus sufrimientos, sus miserias, para confiarle todo lo que no nos atrevemos a revelar a los demás… La piedra escucha, absorbe como una esponja todas las palabras, todos los secretos, hasta que un buen día explota… Y ese día, uno queda liberado.

 En Afganistan, una mujer decide que su piedra de la paciencia será su marido, que se encuentra en coma a causa de un accidente y le va contando, entre cañonazos y disparos, violaciones, hambre y sed y miedo, mucho miedo, todos sus secretos, que son muchos y muy grandes.

 Si no la habéis visto intentad verla, creo que merece la pena. Es una película para mujeres, pero no sólo.



Una chacona

La chacona era una danza de origen español. Aquí una preciosa chacona de Antonio Bertali (s. XVII) interpretada espléndidamente.

martes, 10 de marzo de 2015

Tarquinio Merula

Es interesante el paso efectuado en el siglo XVII entre la música vocal a cuatro o cinco voces y su transcripción a música instrumental. Primero se hizo con violas (desde la viola de braccio, cercana al violín, a la viola da gamba, como el violonchelo), para luego hacer del nuevo violín la estrella de la naciente sonata. Escuchar una chacona de Tarquinio Merula, por ejemplo, nos hace retroceder a los primeros tiempos instrumentales, los que un siglo después darían paso a conciertos, sonatas y sinfonías. Hay que imaginar en cada instrumento la sustitución que suponía de la voz correspondiente.


lunes, 9 de marzo de 2015

Giovanni Carissimi

En mis lecturas musicales llego a finales del siglo XVII. Por entonces un discípulo del gran Giovanni Carissimi, compositor de algunos de los primeros oratorios religiosos, trabajaba en Francia. Se trataba de Marc Antoine Charpentier, casi exclusivo compositor de música religiosa. Cuando compuso su Te Deum no podía imaginar que su introducción alcanzaría una gran fama en el siglo XX.


Aquí, interpretado al órgano.

domingo, 8 de marzo de 2015

Andreas Scholl


Descubrí a Andreas Scholl, uno de los más prestigiosos contratenores de la música actual, en la ópera haendeliana "Rodelinda". Sigo pensando que es el mejor, por encima del tan estimable Philipe Jaroussky.

Aquí en uno de los mejores y mas dramáticos dúos de la obra, cuando el rey perseguido por fuerzas oscuras (en la representación que vi ambientadas en la época nazi) ha de marchar lejos para no ser asesinado. Entonces la pareja canta "Yo te abrazo".

viernes, 6 de marzo de 2015

Hanami

Dentro de pocas semanas se celebrará el Hanami, la fiesta japonesa que celebra la floración de los cerezos (sakura). Un lugar muy adecuado para pasarla es en Kioto.  Una web describe los lugares que se pueden disfrutar en este breve vídeo:

"En Kioto, el parque de Maruyama con su inmenso cerezo llorón ilumina la noche, el Camino de los Filósofos en la orilla del canal entre el Pabellón de Plata y el templo Nanzenji, el santuario Heian con sus numerosos cerezos llorones a orillas del estanque, Arashiyama, donde los cerezos se extienden desde las orillas del río hasta lo más recóndito de las montañas, el río Kamogawa que atraviesa la ciudad, el templo Daigoji, el santuario Hirano por sus numerosas variedades de cerezos y su iluminación nocturna, o el canal Okazaki, cerca del santuario Heian, por sus paseos en barco bajo los cerezos".



jueves, 5 de marzo de 2015

Danzas Saman

Las danzas Saman son propias de Sumatra, en Indonesia, y representan la vida cotidiana del pueblo gayo. Son Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y están en cierto peligro de extinción por falta de práctica salvo en grupos reducidos.
La danza es realmente fascinante, si tenéis paciencia en los primeros minutos. Los danzantes lo hacen todo arrodillados, el cómo consiguen que quedes atrapado en su danza es algo que hay que comprobarlo por uno mismo.


miércoles, 4 de marzo de 2015

Ellmore James


Ellmore James, guitarrista de blues norteamericano muerto en 1963, fue el introductor del sonido del "slide guitar":  es una técnica de guitarra en la cual se toca una nota, y luego se desliza el dedo a otro traste, hacia arriba o abajo del diapasón. Esta técnica es utilizada para producir sonidos llorosos, melancólicos o chillones.


 Su estilo sin trabas y apasionado se distinguía por el sonido característico del slide blues, que puede apreciarse en canciones como "Dust my broom", "I Believe" o "It hurts me too". El sonido de James ha influenciado a músicos de blues y rock como Jeremy Spencer de Fleetwood Mac, Brian Jones de The Rolling Stones, Alan Wilson de Canned Heat, Stevie Ray Vaughan, Michael Bloomfield, Duane Allman o John Mayall. Es nombrado por los Beatles en la canción For You Blue del disco Let It Be.


lunes, 2 de marzo de 2015

La Périchole

Hace muchos años hubo dos piezas que me cambiaron el gusto musical ampliándolo hacia sendos campos no explorados. Por ello tengo un recuerdo firme de ellas y las recuerdo con emoción al volverlas a escuchar. Una fue "Ariodante", la ópera de Haendel, que me hizo buscar otras óperas de este autor.
La segunda fue una opereta de Offenbach, género y autor que no conocía hasta que escuché "La Périchole" cantada por Frederica Von Stade. Aquello fue un enamoramiento fulminante de ambas.

Ewa Poodles

La famosa aria de Vivaldi en la siempre sorprendente voz de Ewa Poodles:

 Soy una esposa despreciada,
 aunque fiel, soy ultrajada…
 Cielos, ¿qué he hecho yo?
 Y sin embargo él es mi corazón,
 mi esposo, mi amor,
 mi esperanza.
 Lo amo pero me es infiel,
 aguardo pero él es cruel…
 ¿Me dejará morir?
 Oh, Dios, he perdido el valor,
 el valor y la constancia.

domingo, 1 de marzo de 2015

Julio César en Egipto

Segundo acto de "Julio César en Egipto", la ópera cumbre de Haendel. César acaba de ser asaltado por los conjurados. Cleopatra sabe que su amado César ha muerto y, aunque pide venganza y un corazón de Marte, pide piedad a los cielos.
Voz de Magdalena Kozená. Lo que ha perdido en belleza juvenil con los años, lo ha ganado en un canto cada vez mejor.
¿Qué oigo? ¡Oh, Dios!
¡Muera también Cleopatra!
Alma vil, ¿qué dices? ¡Cállate!
Tendré, para vengarme en la batalla,
al igual que Belona,
un corazón de Marte.
¡Dioses, que gobernáis los cielos,
defended a mi amado,
consuelo y esperanza de mi pecho!
Si piedad de mí no sientes,
justo cielo, moriré.
Haz que amainen mis tormentos
o yo el alma entregaré.