sábado, 27 de junio de 2015

Érase un hombre...

Érase un hombre que quería una estrella y cada noche de los últimos años se arrebujaba en su cama y pensaba en ellas, las luces parpadeantes y constantes, su belleza misteriosa e inasequible. Se levantaba a veces y contemplaba el pedazo de cielo estrellado que le era posible ver entre los edificios vecinos. Miraba su casa, pequeña, desordenada. Su mujer dormía y respiraba levemente formando un bulto bajo las sábanas. 
Siempre quiso ser un hombre mejor de lo que fue y no sabía qué tenía su vida que había conseguido llevarle donde no debía estar. Recordaba la fantasía de su niñez, las ilusiones de su juventud y gran parte lo sentía perdido. Agobiado de miedos y obligaciones miraba el cielo y quería ser una estrella, una que brillase con una luz propia que le permitiese iluminar los años perdidos, el tiempo fugitivo.
El hombre soñó al fin que lo era, que era un sol, una luz, una estrella. Observó su mundo muy lejano girando lentamente en la oscuridad del universo. Apenas era una sombra, una oscura materia escondida entre los pliegues de la noche. Al sentirse solo miró a su alrededor y vio otras estrellas que parpadeaban, todas ellas mirando con atención aquel pedacito oscuro de cielo, aquella tierra lejana. Comprendió, al fin, que todos los hombres son estrellas y por eso, al anochecer, se le iba la luz al mundo, porque con los sueños de cada uno se abría una luz en el cielo.

viernes, 26 de junio de 2015

Guy Debord

Leía ayer un libro de Guy Debord un filósofo francés que desarrolla las tesis marxistas a partir de la nueva mercancía con la que el hombre se relaciona con la realidad: la imagen como sustento de una sociedad del espectáculo.
El libro me ha resultado bastante incomprensible pero me quedo con una frase: "Hemos pasado del ser al tener y del tener al parecer".
La distinción entre "ser algo" y "aparentar algo" está ya en los griegos y es un tema permanente: ¿un político es honesto o aparenta serlo? ¿no somos todos actores y deseamos aparentar lo que somos y, más frecuentemente, lo que no somos? ¿no construimos una apariencia propia como una armadura que nos defienda en la sociedad o que nos permita conseguir nuestros fines?
Sobre este tema me planteo dos preguntas:
1. Vivir en un mundo de apariencias, sustituir la realidad por su imagen ¿no es algo inevitable en una cultura de masas, cuando hay que comunicarse con una gran cantidad de personas? Si quiero que un libro mío sea conocido, no basta que sea bueno. Además es necesario transformarlo en mercancía de consumo, en imagen, para darlo a conocer a los potenciales lectores. Y lo mismo las empresas y toda forma de comercio.
2. Por otro lado, siempre partimos de la idea casi mítica de que hubo un tiempo anterior en que el valor de algo estaba marcado por su "ser ese algo". ¿Hubo un tiempo en que lo importante en las relaciones humanas era "ser" honesto, "ser" culto, "ser" amable? o bien ¿no hemos aparentado siempre desde que el mundo es mundo? Por ejemplo, cuando decimos: la mujer del César no sólo tiene que ser honesta sino parecerlo. ¿En qué tiempo el "ser algo" fue más importante que "parecerlo"? ¿Entre los griegos, que trataban de encontrar lo real de las cosas (Sócrates) frente a la apariencia de esas cosas (sofistas)?

miércoles, 24 de junio de 2015

La isla fantasma de Hashima

La isla fantasma de Hashima, Japón. Anda, entrar y daros una vuelta, os sorprenderéis.

http://www.hashima-island.co.uk/






domingo, 21 de junio de 2015

Acueducto de Gades

Tuvo que ser impresionante.

Hector Berlioz

La ardiente llama del amor consume mis días.
¡La paz de mi alma huyó para siempre!
Su ausencia es mi tumba.
Sin él, todo parece estar de duelo. Mi mente pierde la razón.
Mi corazón se detiene y se hiela.
Su admirable andar, su porte gentil, su dulce sonrisa,
el encanto de sus ojos, su seductora voz que me envuelve,
la caricia de sus manos, y sus besos,
consumen mis días en una llama de amor.
¡La paz de mi alma huyó para siempre!
Si siempre estoy a la ventana o afuera,
es para verlo venir.
Mi corazón se acelera si lo presiente.
¡Si mi ternura pudiera retenerlo! ¡Ardientes caricias!
Quisiera morir entre besos de amor.
¡Exhalar mi alma entre sus besos de amor!


domingo, 14 de junio de 2015

Un paseo por Bocairent

Un paseo por Bocairent (Valencia) Es un pueblo cuyos habitantes intentan hacerlo atractivo a los visitantes llenando de flores y plantas cada rincón del casco antiguo, como vemos a menudo en muchos pueblos andaluces. Aquí os dejo unas fotos ilustrativas. Lo medieval que anuncian en dicho casco antiguo está más bien en las callejuelas pavimentadas con canto rodado, estrechas y adaptándose al abrupto relieve del peñasco donde se asienta la población, no así en la mayoría de edificios que poco o nada guardan de aquella época, algún portal, algún ventanuco. Es lamentable que en demasiados casos no se haya procurado preservar la antigüedad de las casas y nos encontremos las fachadas llenas de cables eléctricos o de teléfonos, contadores de la luz, etc. Incluso las farolas del alumbrado público son inadecuadas en mi opinión, pero igual los técnicos municipales tienen mejor formación y opinión al respecto. A destacar las fuentes públicas que se instalaron en 1793 y que afean su apariencia con unos grifos modernos pero muy cutres ....






lunes, 8 de junio de 2015

Patricia Petibon

La en otros momentos histriónica, gesticulante, simpática y arrebatadora Patrice Petibon, en una canción que invita a la sobriedad del gesto: el lamento de Dido, de Purcell.

lunes, 1 de junio de 2015

"Los Preludios" de Liszt

Entre las páginas orquestales del siglo XIX destacan especialmente "Los Preludios" de Liszt. Escritos a mediados del siglo en Weimar, ciudad a la que prestigió en toda Europa dirigiendo su orquesta, se construyen a partir de la gran admiración que sentía por la música de Wagner, a la cual los Preludios recuerdan inevitablemente.
Se empeñó de tal manera en construir un teatro propio para representar "El anillo de los Nibelungos" que la propia Weimar terminó harta de Liszt y éste de la ciudad, hasta presentar su dimisión.
El teatro lo construiría Luis II de Baviera en Bayreuth, lugar donde se representa a Wagner cada año en la actualidad
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"Meditaciones" de Marco Aurelio

Un trozo de las "Meditaciones" de Marco Aurelio, lectura a la que siempre vale la pena regresar:

"Aunque debieras vivir tres mil años y otras tantas veces diez mil, no obstante recuerda que nadie pierde otra vida que la que vive, ni vive otra que la que pierde. En consecuencia, lo más largo y lo más corto confluyen en un mismo punto.
El presente, en efecto, es igual para todos, lo que se pierde es también igual, y lo que se separa es, evidentemente, un simple instante. Luego ni el pasado ni el futuro se podría perder, porque lo que no se tiene, ¿cómo nos lo podría arrebatar alguien?
Ten siempre presente, por tanto, esas dos cosas: una, que todo, desde siempre, se presenta de forma igual y describe los mismos círculos, y nada importa que se contemple lo mismo durante cien años, doscientos o un tiempo indefinido; la otra, que el que ha vivido más tiempo y el que morirá más prematuramente, sufren idéntica pérdida.
Porque sólo se nos puede privar del presente, puesto que éste sólo posees, y lo que uno no posee, no lo puede perder".

Me pregunto ¿esta instantaneidad de Marco Aurelio es realmente válida? En nuestro presente ¿no está contenido en parte los que fuimos, no reside en proyecto los que podríamos llegar a ser? Si nos arrebatan nuestro presente ¿sólo perdemos el instante? Creo, al contrario que este emperador romano, que perdemos nuestra historia, la que fuimos, y perdemos también lo que nunca llegaremos a ser.

Fantasie Impromptu opus 66

Una de las grandes piezas de Chopin, la fantasía-improntu op. 66, de un ritmo ligero y de una belleza difícilmente alcanzable.