martes, 29 de septiembre de 2015

Mafalda Arnauth.

Hermoso y emocionante fado de Mafalda Arnauth.
Yo nací en algún lugar
Donde se avista el mar
Tejiendo el horizonte
Y oyendo el mar gemir
Nací como el agua que corre
De la fuente.
Y yo viví en otro lugar
Donde se escucha el mar
Golpeando contra el muelle
Pero viví, no sé porqué
Como un barco a merced
De los temporales.
Yo sé que el mar no me eligió
Yo sé que el mar habla de ti
Pero él sabe que fui yo
Que te llevé al mar cuando te vi
Yo sé que el mar no me eligió
Yo sé que el mar habla de ti
Pero él sabe que fui yo
Quien de él se perdió
Así que te perdí.
Voy a morir en algún lugar
desde dónde pueda avistar
La ola que me intente
llevar a morir libre y sin prisa
Como un río que regresa
Donde nació.
Quizás allí sea el lugar
Donde yo pueda afirmar
Qué me hice más humano
Cuando, por perder el pie,
Sentí que el alma es
Un océano.

domingo, 27 de septiembre de 2015

Bosque

Bosque. Noto tu espíritu. El vaivén de tus ramas a la mecida de una brisa ligerísima. Noto tu espíritu sosegado de Otoño. Tu quietud, tu letargo. Como a quien le pesan los párpados, como quien hace su paso más lento, más contemplativo, para detenerse al fin y girar sobre sí mismo. Escuchar entonces el silencio sordo de la vida que te observa agazapada. Las hojas se han pasado al rubio, la luz débil y aún así cálida, el escaramujo aglutinándose en sus frutos pomposos, los madroños listos para vestir los labios de carmesí. Bendita la soledad del bosque adentro! Donde noto tu espíritu y recibo tu ofrenda. Emprender el paso con el corazón en calma y el espíritu tranquilo. Caminar ligero, rencontrando el camino viejo y conocido, con un puñado de goce en cada mano y murmurar, murmurar al dejar la espesura del bosque atrás: Noto tu espíritu, te llevo conmigo.


lunes, 21 de septiembre de 2015

The Lonesome Death of Hattie Carroll

La canción «The Lonesome Death of Hattie Carroll», perteneciente a su álbum «The Times They Are A-Changin» (1964). En ella, Dylan nos narra la cruel muerte, el 9 de febrero de 1963, de Hattie Carroll, una camarera negra de 51 años y madre de 10 hijos. Su asesino fue un cliente blanco, de 24 años, rico y borracho, llamado William Zantzinger. Según este explicó durante el juicio, le dio un golpe en la cabeza con su bastón porque había tardado en traerle la bebida. Nadie ayudó a Hattie, que murió al día siguiente. Zantzinger fue condenado a seis meses de cárcel (que eludió) y a una multa de 500 dólares por homicidio, ya que la defensa arguyó que ella había muerto debido a una enfermedad previa y no exclusivamente por el golpe. Décadas más tarde, el protagonista de la historia declaró que Dylan le había amargado la vida. Algo es algo.
«Fue asesinada de un golpe,
asestado por un bastón
que surcó el aire cayendo
después de atravesar la habitación,
condenado y destinado
a destruir todo lo noble.
Y ella, nunca le había hecho nada
a William Zanzinger».

sábado, 19 de septiembre de 2015

Kaixo!! Egunon

Porque no es el mar quien me deja, sino que yo me alejo y una y otra vez lo añoro. Y voy y vengo, como el viento.
hola pastor
he ahí el borde del camino
Que te dice el viento?

que es viento,
que pasa por aquí,
y que antes ya paso.
que es viento
y que pasa por aquí
y que pasará por aquí después
y a ti que te dice?
mucho mas que todo eso,
me habla de muchas otras cosas.
de recuerdos y soledades,
y de cosas
que jamas fueron.
y nunca escuchastes
el viento al pasar,
el viento, solo habla de viento.
es mentira lo que escuchaste,
y la mentira esta en ti

jueves, 17 de septiembre de 2015

Johann Sebastian Bach

Cuando tenía quince años, Johann Sebastian Bach hizo una espectacular caminata, de trescientos kilómetros, con su amigo, otro estudiante de música, Georg Erdmann.
La ruta fue de Eisenach a Luneburgo, por los bosques de Turingia, que hoy están situados en el centro de Alemania.
La caminata, además de su exagerada longitud, tenía un componente psicológico que honra todavía más a los dos colegas: se hacía por una zona que desde los tiempos de Martín Lutero estaba sembrada de fantasmas, de apariciones, de espantos que ponía ahí el diablo.
Este terror psicológico puede parecer hoy una tontería pero en el año 1700 el diablo en Turingia, en plena Sajonia, era una criatura real a la que se espantaba, según recomendaba Lutero, cantando a todo pulmón, así que Johann Sebastian y Georg se fueron cantando los trescientos kilómetros que había hasta Luneburgo.
El director de orquesta inglés John Eliot Gardiner cuenta, en su hermoso libro La música en el castillo del cielo (Acantilado, 2015) que Lutero sostenía que “sin música el hombre es poco más que una piedra; pero, con música, puede ahuyentar al diablo”.



lunes, 14 de septiembre de 2015

Lluvia en soledad

Con el tiempo siento crecer un escepticismo hacia las propuestas, palabras e ideas que escucho, es como una ola que lo invade todo. No me creo nada, por supuesto lo que dicen los políticos, banqueros, militares, expertos de todo tipo. También las redes sociales y periodistas. Todos enmascaran o interpretan la realidad según sus intereses, cuando no mienten descaradamente. El escepticismo es una forma en que tienes de defenderte de la decepción.
Las personas, al menos en el mundo occidental, estamos regidas por unas pocas necesidades: el sexo y el poder y todo ello permite satisfacer una necesidad secundaria, la valoración de uno mismo. A partir de eso se construye todo, se miente, se manipula, se crean máscaras que engañan a otros en el juego de ganar o, al menos, de no perder.
Leía ayer a Hans Kung escribiendo sobre la confianza radical que permite creer en la vida y en Dios, eventualmente. Seguiré leyéndolo pero me veo lejos de cualquier forma de confianza.
Pero no hay que confundir lo que nos ofrecen los hombres con lo que nos ofrece la vida. Las de los hombres siempre son ofertas interesadas, somos así, aun con buena fe. La vida, en cambio, es clara y rotunda, nunca engaña ni decepciona; cruda pero auténtica. Al final seremos luz, estiércol, agua, color, polvo, viento… todo y nada.

martes, 8 de septiembre de 2015

Yulunga

En Australia, de donde es originario el grupo Dead can Dance, la tribu aborigen de los Watagora y los Kamilaroi utilizan la palabra "Yulunga" para referirse al "Espíritu de la Danza", de ahí parece provenir el verbo "yulugi" que en su lengua ancestral significa bailar o jugar.
Yulunga es la diosa serpiente del Arco Iris según una leyenda Watagora. Los Watagora era un pueblo feliz que vivía de la caza de canguros, de algunos emús, y de la pesca. Conocían sus límites y trataban de coger sólo lo necesario. No cazaban más allá de dónde vivía el ave del río que marcaba su frontera Este, (ahora llamado River Duck), y su pueblo podía así vivir alegre.
Pero un día llegaron unas gentes extrañas que se instalaron junto a sus pueblos y empezaron a comportarse como los dueños absolutos de las tierras. Eran poderosos cazadores capaces de matar a muchos animales, y lo hacían sin necesidad. Los Watagora empezaron a sentirse molestos por la actitud de aquellos hombres y trataron de expulsarlos sin éxito, porque el enemigo era fuerte y poderoso. Así que los Watagora, desesperados, decidieron invocar a los espíritus a través de la danza, para que acudiesen en su ayuda.
Mientras danzaban se desató una gran tormenta, la lluvia torrencial dio paso a un gran claro de Sol, y apareció ante ellos la Diosa Yulunga, conocida también como la serpiente del Arco iris, que expulsó a los enemigos de su tierra. Desde aquel día la serpiente Yulunga decidió permanecer con los Watagora por si volviese el enemigo. Según los Watagora, Yulunga (Serpiente del Arco Irís y espíritu de la danza) todavía duerme en el Río del Pato (River Duck), y se despierta después de cada tormenta cuando es tocada por los rayos del sol para vigilar el cielo y proteger a las buenas gentes.
Dean Can Dance recrea musicalmente este mito a través de las fuerzas de la naturaleza y el movimiento de la danza como símbolo de vida. Las imágenes pertenecen a la maravillosa película Baraka de Ron Fricke. Os aconsejo escuchar el tema con buen sonido y alto, os transportará a otra dimensión...

I Don't Like Mondays

Cuenta la historia de la joven de 16 años, Brenda Ann Spencer, a la que su padre regaló un rifle en lugar del radiocassette que le había pedido. Pues bien, a ella no se le ocurrió otra cosa que darle uso en su colegio, el Grover Cleveland Elementary School, de San Diego, California, el 29 de enero de 1979. Resultado: dos muertos y nueve heridos. La justificación de la muchacha, delante de la policía, era lo que hacía más singular a este trágico suceso: «No me gustan los lunes. Era una forma de alegrarme el día». Bob Geldof, al frente de los Boomtown Rats y autor del tema, se encontraba en un programa de radio cuando vio el teletipo con la noticia, y letra y música le salieron de un tirón.

Y todos los juegos pararon en el patio,
ella quiere jugar con sus juguetes un rato.
Y la escuela acabará temprano y pronto y pronto estaremos aprendiendo
Y la lección de hoy es cómo morir

martes, 1 de septiembre de 2015

Loiba

Loiba (Galicia) Esta fotografía ha ganado el Concurso Internacional de cielos nocturnos, propuesto por la Unesco. Algo así debe de ser el Paraíso,