viernes, 31 de octubre de 2014

Canción de cuna

Una canción que siempre me ha gustado. La "Canción de cuna" de Yunka Yamamoto.

jueves, 30 de octubre de 2014

Horizonte es una delgada línea, objeto de deseo de nuestros sueños. Si la cruzas, caes en el precipicio de la ambición; si te quedas a unos metros, sufres el trauma de la decepción.

martes, 28 de octubre de 2014

Romance del Conde Flores

Este conde Flores, sevillano, era algo pendón. Bonito romance de Joaquín Díaz.

lunes, 27 de octubre de 2014

El poeta galés Dylan Thomas

Hace exactamente un siglo, el poeta galés Dylan Thomas nacía en Swansea. Muerto cuando no había cumplido los cuarenta años, su obra sobrevive a pesar de que ya no goza del predicamento al que ayudó la leyenda de bebedor rebelde de su autor.


ESTE PAN QUE PARTO

Este pan que parto ayer fue avena,
este vino en un árbol extranjero
se sumergió en su fruto;
de día el hombre o por la noche el viento
abatieron la mies, rompieron la dicha de la uva.

Ayer en este vino de hoy, la sangre del verano
pujó en la carne que adornó la vid,
ayer en este pan
la avena estaba alegre bajo el viento;
el hombre rompió el sol, tiró el viento por tierra.

La carne que partís, la sangre que dejáis
ser desolación en las venas
fue la avena y la uva, nacidas
de la raíz sensual y de la savia.
De mi vino bebéis, partís mi pan.


jueves, 23 de octubre de 2014

El Descanso de la cuesta

De pequeño solía sentarme en una pronunciada cuesta de la carretera de mi pueblo, a la que no sé por qué llamaban la cuesta del francés. Veía subir aquellos Pegasos traqueteando despidiendo un humor infernal y entonces, algunos, vencidos por el peso de su carga, paraban con su ultima exhalación en un bar de carretera situado en lo más pendiente de la cuesta que se llamaba “El descanso de la cuesta”.

Allí pasé muchos días de verano, las mercancías tenían la facultad de hablarme y de decirme si iban o venían, si eran ladrillos para construir palacios o sacos de harina para hacer dulces pasteles. A aquellos poderosos Pegasos el tiempo los venció y los metió en el saco del olvido, y a los parroquianos del Descanso de la cuesta, una nueva y lejana autovía hace mucho tiempo que se los llevó. Ahora los nuevos y confortables camiones con los que hoy me cruzo por la carretera, parece que sus mercancías han perdido la facultad de hablar, callan, no dicen nada, si van o vienen, aunque a veces, casi con un sonido imperceptible, las escucho hablar de dinero, del valor que tienen en el mercado, de acciones de sus empresas, de que quieren ser rápidas y fugaces, correr y correr, sin parar, sin mirar atrás.

Ya hace muchos años que no subo la cuesta del francés, su cima se ha convertido en tierra de abandono y de olvido. Pero a veces me parece escuchar el eco del aquel bravo Pegaso, luchando, con su carga a cuestas, quizás buscando la eternidad…


Puedes tomarte un cortado en el Descanso de la cuesta,

pero la poesía es mucho más que eso.

Abre bien los ojos, si hace falta toma planta de bella mujer,

con una bella mujer que te recuerde

los cuentos inmortales de Xahrazad.

Te has perdido?  Yo te guiaré. Si me sigues

te mostraré las mil y una maravillas del olvido.


lunes, 20 de octubre de 2014

Bureaucratics

Bureaucratics es el titulo que le ha puesto el fotógrafo holandés Jan Banning a esta serie de fotografías – 68 – realizadas por todo el mundo en ocho países: Bolivia, China, Francia, Liberia, Rusia, Estados Unidos y Yemen, cincuenta de esas fotografías las ha reunido en un libro del mismo nombre. En las imágenes podemos ver todo tipo de funcionarios públicos situados detrás de sus correspondientes mesas, un magnífico retrato de servidores públicos en una gran variedad de condiciones.









domingo, 19 de octubre de 2014

Meditaciones

Al amanecer, dite a ti mismo: me voy a tropezar con un indiscreto, un desagradecido, un insolente, un envidioso, un insociable. Todo esto les sucede por su ignorancia del bien y del mal. Pero yo que he visto la naturaleza del bien, que es lo bello, y la del mal, que es lo vergonzoso, y la del mismo que comete la falta, que es de mi género, partícipe no de la misma sangre o semilla, sino de la mente y de una partícula divina, no puedo sufrir daño por obra de ninguno de ellos, pues ninguno me cubrirá de vergüenza; y no puedo enfadarme con un pariente ni odiarlo, porque hemos nacido para una tarea común, como los pies, como las manos, como los párpados, como las hileras de dientes superiores e inferiores. De modo que obrar unos contra otros va contra la naturaleza y es obrar negativamente enojarse y volverse de espaldas.
           Marco Aurelio. Meditaciones.




viernes, 17 de octubre de 2014

Los pájaros perdidos

    Música: Astor Piazzolla
    Letra: Mario Trejo

    ...
    Amo los pájaros perdidos
    que vuelven desde el más allá,
    a confundirse con un cielo
    que nunca más podre recuperar.

    Vuelven de nuevo los recuerdos,
    las horas jóvenes que di
    y desde el mar llega un fantasma
    hecho de cosas que amé y perdí.

    Todo fue un sueño, un sueño que perdimos,
    como perdimos los pájaros y el mar,
    un sueño breve y antiguo como el tiempo
    que los espejos no pueden reflejar.
    Después busqué perderte en tantas otras
    y aquella otra y todas eras vos;
    por fin logré reconocer cuando un adiós es un adiós,
    la soledad me devoró y fuimos dos.

    Vuelven los pájaros nocturnos
    que vuelan ciegos sobre el mar,
    la noche entera es un espejo
    que me devuelve tu soledad.

    Soy sólo un pájaro perdido
    que vuelve desde el más allá
    a confundirse con un cielo
    que nunca más podré recuperar.
                                                                                                                                                               

jueves, 16 de octubre de 2014

San Juan Palomo, ángel y mártir

Juan Palomo i Cadernera era un santo. Un verdadero santo, digno de ser venerado en un altar al lado de castos varones del antiguo y del nuevo testamento.

No es que él fuera célibe, no, Estaba casado, o sea, que tenía hijos, dos hijas para ser exactos, y mujer, como la mayoría de los mortales. Y la cosa que le hacia especialmente bueno, que le daba aquella aura de santidad, era precisamente su mujer, su costilla, su media naranja. O puede ser que tendríamos que decir el carácter de su consorte.

Que la Brigida era una mujer de carácter ninguno lo dudaba. Y que carácter! Fuerte, decidida, capaz de enfrentarse a un guardia civil de Roquetas a pecho descubierto (es un decir)... Todo al revés de nuestro Juan, que era tímido y apocado como un pajarillo, como una novicia, si es que las novicias de ahora lo son.

Naturalmente la señora Brigida llevaba los pantalones en su casa! Claro que esta expresión no tiene ningún sentido actualmente, porque esta pieza de ropa ha dejado de ser patrimonio de la masculinidad. Mejor tendríamos que decir que mandaba sobre su marido y sus hijas como un rey absolutista, como un déspota, como un arbitro de fútbol. Siempre a punto de sacar una tarjeta roja al pobre padre de familia, que era tratado como si fuese el equipo visitante, como si jugase siempre en campo contrario.

Por eso cuando la empresa del pobre hombre hizo fallida y se fue a quedar en el paro. Juan, a parte del disgusto normal de perder el trabajo, tuvo otro adicional: la perspectiva que se le presentaba de pasarse las 24 horas en casa, en compañía de aquel sargento de artillería que tenía por mujer.

Y si cuando llevaba un buen sueldo a casa ya era objeto de menosprecio y de burla, ahora que nada más tendría el subsidio tan escaso que le concedía el estado, ya se podía preparar!

- Inútil! Fracasado! - le decía continuamente la Brigida.

Y eso todavía lo podía soportar. Pero cuando empezó a tomar el improperio de moda, el sustantivo "perdedor", que salía tantas veces en la películas norteamericanas, Juan encontró que ya era demasiado. Que le dijeran insultos propios de su país, de su lengua, todavía lo podía aguantar. Pero que ella tuviese que ampliar su vocabulario con neologismos importados, eso ya pasaba de la raya!

- Basta! clamó como un anima en pena nuestro héroe. Decidme "vago", decidme "gandul", decidme...No sé! Decidme lo que queráis, pero no me digáis "perdedor"!

Y, dicho aquello, se retiró, temeroso de la reacción de la Furia que tenía delante.

La Brigida, que era alta y seca como una cigüeña, miró al pobre Juan como si fuese un gusano en el margen de una hoja, a punto de ser engullido.

- Al señor no le gusta que le digan "perdedor"! - exclamó poniendose las manos en la cintura, igual que si fuera a cantar una jota aragonesa .

Desde aquella infausta fecha, el epíteto "perdedor" acompañó la vida familiar del pobre Juan. "Perdedor" por aquí, "perdedor por allá... por cualquier motivo, por cualquier falta al rígido reglamento impuesto por la señora de la casa, salía el odiado insulto, el más detestado, el que encontraba más degradante, más insoportable.

Los dos ángeles engendrados por el nuevo parado, se agregaron a la letanía de la Brigida. No se lo decían para hacerle enfadar. Ellas, sus hijas lo dejaban caer de paso, como si fuese una cosa sabida:

- Tú, padre, como que eres un perdedor...

O bien, la más pequeña:

- Hoy en la escuela nos han preguntado el oficio de los padres. Y yo les he dicho que tu eres un perdedor. No sé bien por qué, pero todo el mundo ha reído...

Juan habría querido hacerse el harakiri, si hubiese sabido como se lo hacían los jodidos japoneses para abrirse el vientre...

Él pensaba que no podía aguantar más, en la cada vez mayor escalada de "distinciones" que se producían hacia su persona en el hogar familiar. Por eso, cuando su esposa le dijo que su hermano, el animal del Agapito, se había separado de la mujer y que venia a vivir con ellos, chilló diciendo que no. Que de ninguna manera! Que no cabria en el piso, que...

No le sirvió de nada, naturalmente. Sólo para recibir insultos, y para encontrarse con el hecho consumado de la llegada del "desconsolado" pariente, que comparecía con sus maletas y con su escopeta de caza colgada a la espalda, dentro de su funda, eso sí.

- Dormirá en el comedor, de momento al sofá - dijo Brigida - .Más adelante compraremos un sofá cama, para que esté más cómodo...

- Qué quiere decir más adelante! No era una medida provisional, mientras no encuentre un piso para él solo?

- Cuesta hoy encontrar un buen piso un poco bien de precio, Juanl. A parte de que él tiene un buen sueldo y podrá aportar una parte, que buena falta nos hace contigo en el paro..

- Si madre - dijeron las niñas - .Que el tío Agapito en muy "enrollado" y ha prometido llevarnos un día a cazar con él.

- Pero...

- Deja ya de poner pegas, Juanl! Está decidido. El pobre Agapito está muy triste por causa de la separación y hemos de consolarle. A ver si también fracasas en eso! Mira de distraerlo, de llevarlo a pasear...

Pero el tío Agapito no parecía muy afectado por su desgracia. Más parecía como si se fuera liberado, contento como unas pascuas...

De seguida se hizo el amo del comedor. Del comedor y de la "tele", o mejor dicho del mando a distancia. Y como que le gustaba mucho el fútbol, entonces todo el día veían por la pequeña pantalla señores en pantalones cortos corriendo detrás de una pelota. Y, todavía peor, inacabables tertulias de doctos ancianos discutiendo hasta la extenuación si era mejor que jugase Ronaldinho por la derecha o por el centro...

Y el olor a tabaco?

Juan había sido un fumador empedernido, pero lo había dejado por exigencias de su consorte. Y ahora, cuando sentía el olor a tabaco que fumaba el cuñado, le venían como unas arcadas, un malestar...

- Cómo quieres que le prohiba que fume, hombre de Dios? Con el disgusto que está pasando, nada más faltaría...

- Es que me está matando. No soporto el olor del tabaco. Y tampoco esa música que escucha de noche, cuando estamos ya acostados. Si al menos le gustase la música normal...

- La música étnica de Africa ecuatorial es muy normal, Juan. Él vivió allí una temporada y se quedó enamorado. Le sirve de consuelo...

- No sé si lo podré aguantar, Brigida. Esto es más fuerte que yo!

- Y tanto que lo aguantaras! Anda, girate y duerme, que mañana será otro día...

A la mañana siguiente, Juan sintió un escozor en la espalda. Se palpó y notó como unos pequeños bultos a cada costado, una cosa dura, como si los omoplatos le creciesen.

No dijo nada, naturalmente. Debían ser manías suyas. Y además, su mujer, seguro que le diría alguna cosa desagradable, ya la sentía: Debe ser el hueso de la espalda, el hueso de la ganduleria y del fracaso! Perdedor, más que perdedor...! Seguro que me suelta alguna fresca!

Todo el día sintió aquella molestia presente, y le parecía que cada vez se hacia más fuerte.

En la soledad del lavabo, a media tarde se lo fue a examinar. No se lo veía bien. Por muchas posturitas que hacia delante del espejo, no conseguía poner las misteriosas prolongaciones delante del espejo. Pero sí, se habían hecho más gruesas, casi le salían de la espalda un par de centímetros... Eran como... no lo sé!... como unas alitas de pollo.

Naturalmente se asustó. Pero el cuñado ya había llegado del trabajo y decidió callarse. Después en la habitación hablaría con Brigida...

Se puso la camisa y la bata de estar por casa, y se sentó en el sofá, que hacia olor a tabaco y a sudor del pariente.

- Hola, Juanl! Cómo vas? Mira, hoy veremos el partido de semifinales de la recopa, juega el Almería contra el Salermo de Italia. Quién crees que ganará?

- No sé, ya sabes que a mi eso del fútbol no me interesa mucho...

- Ya te aficionaras, hombre! Cuando lleves unos años viendo estos partidos tan interesantes, ya veras como te acabara gustando! -

- No le hagas caso, Agapito - intervino Brigida, sentada en la butaca - , a mi marido le gusta mucho llevar la contraria. Siempre lo hace, pero al final todavía agradece que le fuercen a hacer cosas que al principio no le gustan...

- Si, ya lo sé! Si en el fondo le interesa más el fútbol que a mí!

Juan calló. Tenía que hacer alguna cosa, tenía que imponerse! Pero cómo? Él era así, tímido y poco decidido, y su mujer le tenía tan dominado que era inimaginable que se rebelase.

Cenaron con la televisión a toda pastilla, explicando la causa del empate a cero que había conseguido el equipo andaluz. Una gesta comparable, según los tertulianos, a la conquista de la Luna o al descubrimiento de América.

- Te ha gustado el partido, eh?- dijo Agapito- Pues mira. Esto también te gustará... Me he comprado un disco al "top manta" que es una pasada. Se trata de un concierto de tam-tam de Kenia con el coro de mujeres de la tribu de los Watussi, que es buenisimo. Un poco ruidoso, pero muy interesante...

Aquella noche, en la cama, al lado de su mujer, Juan se revolcaba, agitado por el nerviosismo y por la incomodidad que le provocaban las dos alitas de la espalda... Mientras en el comedor sonaba la música rítmica y monótona de las selvas centroafricanas, Juan probaba de introducir el tema. Cómo debería de decirle a su pareja "eso" de las protuberancias...?

- Escucha, Brigidita mía... Me ha salido unos... unos alerones aquí en los omoplatos que...

- Qué dices de alerones, ni de puñetas! Debe ser los huesos de la espalda que no te dejan trabajar, gandul, más que gandul! Anda, calla y dejame escuchar el disco de mi hermano. Es bueno, eh? Tiene un gusto exquisito Agapito! Mi padre siempre lo decía: este chico será un artista!

Poco a poco, Juan entró en un estado de letargo, medio adormilado por el ruido de los timbales selváticos y por el compás rítmico de los ronquidos conyugales..

Soñó.

Soñó cosas terribles.

Era una gallina, la última del gallinero, la que todo el mundo picaba y la que no tenia a nadie para picar. El gallo la sometía a un trato vejatorio, abusaba de ella delante de las otras gallinas, que cloqueaban sin parar.

Se despertó entre un grito de angustia. Se incorporó, y sentado en la cama se llevó la mano hacia atrás. En la espalda alguna cosa muy gruesa que le hacia daño se doblaba entre las sabanas...

- Quieres estarte quieto Juan?! dijo Brigida sin llegar a despertarse.

- Si, amor mío...

Se palpó las adherencias, que habían crecido desorbitadamente. Ahora eran como dos velas. como si le hubiesen enganchados dos velas de balandro. Pero el tacto... El tacto era como si fuesen plumas!

Corrió hacia el baño, a oscuras, por no acabar de despertar a la terrible Brigida. Aquellas "cosas" arrastraban por tierra, pero las sentía vivas, fuertes, como si siempre hubiesen formado parte de su anatomía.

Con la puerta cerrada encendió el fluorescente de encima del lavabo y ahora si que hizo un grito de espanto.

En la espalda se veían dos alas enormes como de águila, como de halcón... No, como de palomo, bien blancas, llenas de plumas blancas...

Movió con fuerza la espalda, adelante y atrás, y las nuevas extremidades se alzaron majestuosamente, regias... pero chocaban contra las paredes laterales, contra las baldosas rosadas del cuarto de baño.

Detrás suyo, sintió un grito ronco, un grito agónico. Y le siguió una pregunta en tono acusatorio, de reprobación...

- Se puede saber que es esto, Juan? Qué haces aquí con este disfraz de ángel?

Bajó las alas y vio a través del espejo el rostro huesudo y anguloso de su mujer, orlado con decenas de rulos de colores que le estiraban los pocos cabellos teñidos de rubio, y le daban un aire de careta trágico-cómica entre el rostro de la Medusa y la carota de una falla de Valencia..

Esta aparición le encendió la luz, le reveló el por qué de todo. Las alas que le habían crecido en la espalda eran un  regalo del cielo, una ayuda impagable de los dioses, para que pudiera ganarse la libertad.

Tendría bastante con posarse sobre la barandilla del balcón y lanzarse al vacío. Después, comenzaría a agitar a aquel dúo extraordinario y se pondría a volar, cielo adentro, huyendo por fin de la esclavitud de su mujer, aquel sargento que le martirizaba, de sus hijas. cómplices muchas veces de la madre, y de su cuñado, brutal y egoísta...

Aprovecho que Brigida salía al pasillo. gritando como una loca, para correr hacia el comedor, abrir la puerta del balcón, y ejecutar su plan.

Pronto se encontró flotando en el aire, planeando con todas las plumas, con una sensación de libertad, de ligereza que valía un imperio. Después, comenzó a agitar las alas, y comprobó que sabia hacerlo perfectamente, que volaba como un pájaro. Era sencillo impulsarse hacia delante, girar, relajar los músculos para perder impulso.

- Agapito. Agapito! - sintió aquella voz estridente, que tan bien conocía, que gritaba a su espalda -. Agapito! Haz alguna cosa que se escapa. Juanl se escapa! Se va. Me abandona a mi... a las niñas..."!

En aquel momento supremo, Juan dudó. Sintió las vocecitas de sus hijas, ya lejos, que gritaban:

- Papa, papa! Dónde vas?

Paró el vuelo y se quedó un momento planeando en el aire.

Entonces vio a su cuñado, Agapito, que le apuntaba con la escopeta de caza. Se dio cuenta demasiado tarde, cuando los dos agujeros negros, tan juntos, que aparecían dos ojos acusadores, desaparecieron detrás de un estruendo fuego y de humo.

Probó de emprender de nuevo el vuelo, pero una lluvia de perdigones le quemó la carne, al mismo tiempo que sentía como un trueno ensordecedor. Forcejeó para recuperar el dominio de sus alas, tan nuevas, pero una segunda lluvia de plomo lo precipitó hacia el suelo, hacia el asfalto.

Mientras caía, todavía sintió la voz estridente de su mujer que exclamaba:

- Pobre Juanl! Ha sido un perdedor hasta el final...!

martes, 14 de octubre de 2014

Los relámpagos

Los Relámpagos fueron un grupo instrumental español formado en Madrid en 1961. Sus grandes influencias eran los grupos estadounidenses Johnny and the Hurricanes y The Shadows. Este tema es un arreglo moderno de una canción popular catalana cuya traducción al castellano es Noche de relámpagos y el ritmo, un 3/4, es el típico de una danza popular catalana: la sardana

viernes, 10 de octubre de 2014

Con buen pie

Hoy me he levantado con buen pie y voy a ser optimista. Por lo tanto debo decir que el actual modelo de capitalismo financiero está en trance de desaparición, igual que en su día lo hizo el capitalismo Keynesiano y el principal motivo es el aumento desproporcionado de la desigualdad entre los más ricos y los más pobres. Los ricos (8% de la población mundial) tienen el 82% de la riqueza y los pobres (69%) tienen menos del 4%. Lo sueldos de los directivos suben un 6,9% y los de los trabajadores bajan un 0,47%. Los mercados mandan demasiado y los representantes del pueblo (los políticos) están sometidos a los mercados (la banca y los inversores). Pero esto cambiará porque los nuevos políticos serán muy diferentes a sus predecesores, no tanto porque ellos quieran cambiar, sino porque la ciudadanía se lo exigirá y la administración volverá a ejercer su papel de estabilizador económico. Por eso casi nada será igual, sino mejor. Así lo indica la historia de la economía y las represalias de la población a los representantes que los decepcionan. Si finalmente no sucede así, cosa que sería sumamente sorprendente, yo me habré equivocado y el mundo habrá perdido una gran oportunidad para ser mejor.

Yo soy un hijo de África del Sur
Soy una niña de Vietnam
Yo soy un hijo de Irlanda del Norte
Soy un chico pequeño con sangre en sus manos
Sí soy un niño del universo
Sí soy un niño del universo
Me puedes ver en la televisión todas las noches
Siempre allí para unirme a otra persona y luchar.

Yo no pedí nacer y no pido morir
Yo soy un sueño interminable, una máquina genética
No por qué.

Sí soy un niño del universo
Sí soy un niño del universo
Puedes verme en la televisión todos los días

Yo soy el chico al lado de unos tres mil kilómetros de distancia.


jueves, 9 de octubre de 2014


Hay algo que nos deja pensando sobre nosotros mismos, al ver esta secuencia de fotos.                                                                                                                                                               
http://www.nytimes.com/interactive/2014/10/03/magazine/01-brown-sisters-forty-years.html?_r=0



sábado, 4 de octubre de 2014

Mi ciudad

Mi ciudad ha perdido
rincones y recuerdos.
Quedan algunas huellas,
apenas un bosquejo.
Hay plazas escondidas,
algún palacio enhiesto
que resiste imbatible,
trazos de cal y albero.
Sabor a sal antigua,
viñedos polvorientos,
pinares embrujados,
playas de arena y fuego.
Dominando horizontes,
el mar, algunos cerros,
la ermita allá en lo alto
y un castillo a lo lejos.
Entre medias un río,
laberinto de esteros
enfrentado al olvido,
aferrado a lo eterno.
Brisas que siempre llevan
olor a vino añejo,
promesas imposibles
que nunca se cumplieron.
Mi ciudad cuenta historias,
se las susurra al viento
que gime en las callejas
y alborota los sueños.
Es difícil oírlas,
hay que ponerle empeño.
Hay que abrir los sentidos,
hay que engañar al tiempo.


                                 Cristina Díez