domingo, 10 de abril de 2016

Santiago Suria 'Surieta"

Santiago Suria 'Surieta' nació con el siglo XX. Ya saben, ¡siglo veinte, cambalache problemático y febril!. No, no fue muy amable el siglo veinte con Santiago Suria, nacido en el hogar de un humilde marmolista valenciano y con una joroba que no le permitió crecer más allá del metro de altura. Así que decidió crecer de otra manera. Lo hizo en los ateneos libertarios, en los libros, luchando por un mundo de iguales en el que todos se miraban a los ojos, a la misma altura.
Acabada la guerra civil y con todos los números para acabar convertido en trofeo de caza, que ya conocemos al fascismo, pasa la frontera francesa. Cruzará Francia hasta llegar a la Bretaña para embarcarse destino Argelia. Lo dejan tirado en el campo de concentración de Camp Morand. Allí, con otros jóvenes libertarios, monta el periódico 'Exilio'.
La II Guerra Mundial también se acaba y 'Surieta' se instala en Argel, trabajando de zapatero, en su propio negocio y dentro de una cooperativa. Y sigue acumulando libros en su modesto hogar en el barrio de Bab El-Oued. Un hogar convertido en biblioteca popular para nutrir de cultura y lectura a todos aquellos que no pueden adquirir libros. La lectura y la cultura son un buen calzado para echarse a caminar.
Santiago Suria trabaja de paquetero para la CNT, repartiendo y vendiendo libros y prensa libertaria por todo Argel y al lado de los argelinos en su lucha por la independencia. Tanto CNT como sus vecinos musulmanes le piden que mejor que se quede en casa por si los pistoleros de la OAS. Suria es bajito, pero está por encima del miedo y continúa su labor.
La mañana del 10 de abril de 1962, cuando 'Surieta' sale de su casa cargado de libros y periódicos, es secuestrado por un comando de la OAS. Una a una le rompen las articulaciones de su cuerpo intentando sonsacar direcciones y nombres de sus compañeros libertarios. No dirá nada. Lo estrangulan, y su cuerpo, metido en un saco, es arrojado en plena calle con un cartel que reza: 'Así se paga a los traidores. OAS'. Que el siglo veinte es un despliegue de maldad insolente, ya no hay quien lo niegue. Bueno, sí, la figura gigante de Santiago Suria 'Surieta' nos habla de otro siglo XX de iguales en el que todos se miran a los ojos, a la misma altura.




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