Las
grandes películas suelen serlo porque cuentan con grandes talentos en su
producción. Un ejemplo en "Taxi Driver" es la banda sonora, a cargo
de Bernard Herrman, compositor famoso sobre todo por sus trabajos con
Hitchcock, como "Psicosis" o "Vértigo". Aquí Herrman da un
giro a su carrera, metiéndose en veredas jazzísticas que nunca antes había
transitado. Feliz por el resultado, todo indicaba que el compositor sería capaz
de realizar nuevas obras diferentes, abriendo su campo de estilo. El problema
fue que horas después de terminar la grabación de esta banda sonora, Bernard
Herrman murió en su cama mientras dormía. La música de "Taxi Driver"
se convirtió así en su testamento, o en su propio réquiem.
No hay comentarios:
Publicar un comentario