sábado, 14 de septiembre de 2013

Pensamientos

Me han hablado hace poco de una pareja mayor. De jóvenes maltrataban a sus hijas, por ejemplo, sometiéndolas a duchas frías en invierno si se portaban mal. Algo más tendría que haber en privado porque su hija mayor ha pegado a su propia hija (nieta de los primeros) de manera sistemática. El resultado es que esa niña es hoy un pequeño monstruo que ha buscado la forma de hacer daño a su madre (fingiendo que la ha pegado incluso cuando no lo hace) y atormentando a sus compañeras de colegio, todas ellas de solo 11 años. He pensado cuán importante es la forma en que nos quieren (o dejan de querer) nuestros padres, de qué forma condiciona poderosamente el modo en que expresamos nuestro amor o necesitamos recibirlo. La forma en que nuestros padres se quieren entre sí y nos quieren a nosotros es el punto fundamental de nuestro primer desarrollo emocional. Cuán importante es y cuánto explica después, en nosotros mismos y en el modo en que queremos y educamos a nuestros hijos.

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