miércoles, 27 de noviembre de 2013

Petición (poema)

Este poema se lo dedico a mi amigo, Carlos, que pronto será un hombre libre y podrá andar en libertad por veredas y caminos hacia donde la libertad quiera llevarle. Cómo le envidio…




                                 PETICIÓN
                     (A quien corresponda)


Déjame perderme entre los prados, y que mi caminar me lleve,
acercarme de nuevo hacía la vieja ermita, que tú nunca visitaras,
alzar la vista con el largo vuelo de las aves, a dónde las llevará.
                                            Ya ves lo que te pido, tan sólo la libertad.

Déjame mirar entre los acantilados, y que su rumor me lleve,
descansar entre amapolas y hierbabuena, que tú nunca pisaras,
ceder las vista a las altas cumbres nevadas, a dónde terminarán.
                                           Ya ves lo que te pido, tan sólo la libertad.

Déjame ocultarme entre los pinos, y que sus ramas siempre me guarden,
chapotear con mis viejas botas en un torrente, que tú nunca beberás,
parar la vista ante las nubes blancas que pasan, a dónde llegarán.
                                        Ya ves lo que te pido, tan sólo la libertad.

Déjame pasar entre barrancos, y que su profundidad me proteja,
sentarme entre la tierra mojada de un huerto, que tú nunca sembraras,
fijar la vista sobre una cascada que cae con furia, a dónde morirá.
                                       Ya ves lo que te pido, tan sólo la libertad.

Sólo la libertad, poca cosa para diosa tan altiva y poderosa ciudad.
Quédate con tus calles, tus palacios financieros, tus grandes mercados,
con  el enjambre de poderosas maquinas, con tus pantallas de cuarzo,
tus escaparates llenos de mercancías a imagen y semejanza.
Quédate con tus cajas repletas de imágenes, de sonidos dispares,
con las luces de neones y con sus abanicos de colores,
esa piel clónica que fabricas, para homogeneizar almas.
Quédate con todo, incluso, con esa parte que nunca fue mía.
                                     Ya ves lo que te pido, tan sólo la libertad.

Prometo no volver la mirada, no convertirme en estatua de sal,
renuncio a todas mis dádivas, las presentes y las futuras,
ceder todos mis derechos elementales, a los que puedan servir,
reparto mi parte del edén, con algún jardinero necesitado.
Como ves, no quiero nada tuyo, hasta permito borrarme, si quieres,
de tu base de datos, sin principio y sin final, sin memoria.

                                   Ya ves lo que te pido, libertad.

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